Feliz Día de la Madre: La cadena de amor
Imaginemos por un momento que las madres de nuestra familia son eslabones de una cadena que se extiende a través del tiempo. Cada una, con su vida, su ternura y sus silencios, fue forjando un eslabón único: un trozo de amor templado en sacrificio, paciencia y esperanza. Así, eslabón tras eslabón, se ha ido construyendo la cadena que hoy nos sostiene, nos guía y nos recuerda quiénes somos.
El Día de las Madres es precisamente eso... y mucho más.Es memoria, es gratitud, es la herencia invisible que atraviesa generaciones.
Mi cadena de amor comienza con “mi abuela”, mujer de manos firmes y corazón inmenso, quien nos enseñó el valor de la familia y del trabajo honrado. Su eslabón es como un roble sembrado en el patio de una casa antigua: profundo, fuerte, imposible de arrancar del alma.
Luego sigue el eslabón de “mi madre”, quien nos mostró cómo se puede ser fuerte aun en los días difíciles. Su valentía nos enseñó a caminar con la frente en alto y su ternura fue el sol que, incluso en la madrugada más oscura, prometía un nuevo amanecer. Su amor fue siempre luz, refugio, abrazo.
Y después aparece el eslabón de “mi esposa”, compañera eterna, que me enseñó a amar de nuevo con calma, con madurez, con un corazón más sabio. Su amor es un río manso: profundo, constante, sereno... un río que nunca deja de fluir.
La cadena continúa con los eslabones de “los hijos” , que devolvieron a nuestros días la alegría de las primeras risas, la inocencia y la luz de la niñez. Con ellos, el verano y el invierno de nuestras vidas volvieron a tener colores nuevos y razones renovadas.
Se suman también los eslabones de “primas, sobrinas y demás familiares”, que nos recuerdan que la familia es un árbol que crece en muchas direcciones, pero cuyas raíces permanecen unidas sin importar las distancias que la vida imponga.
Y no puedo olvidar los eslabones formados por “amigas, compañeras del colegio, compañeras de trabajo, vecinas” y todas esas madres que el destino colocó en nuestras vidas. Ellas también sostienen, también acompañan, también dejan huellas.
Hoy, en este Día de las Madres, envío mis felicitaciones a todas esas mujeres abnegadas que, con su amor y su entrega silenciosa, nos dieron la vida y nos enseñaron a caminar.Y a las que ya no están físicamente con nosotros, las honramos en el recuerdo, porque siguen vivas en cada gesto, en cada palabra, en cada latido.
FELIZ DÍA DE LA MADRE
Que esta cadena de amor siga extendiéndose, fuerte y hermosa, hacia las generaciones que aún están por venir.
* El autor es comentarista de opinión.