Cuando Takanori Kuzuoka empezó a ascender en el mundo del crimen, nunca pensó en unirse a los yakuzas, histórica mafia japonesa conocida por sus tatuajes, su jerarquía rígida y su código de honor.
Prefirió integrar la red "tokuryu", más joven, más tecnológica y más opaca, donde jefes anónimos reclutan en las redes sociales a soldados rasos para hacer el trabajo sucio durante una misión concreta, desde el fraude hasta el atraco.
Esta nueva forma de criminalidad, que permite a los capos permanecer ocultos tras mensajes cifrados, eclipsa hoy a los delincuentes de la vieja escuela.
A lo largo de una correspondencia...