Pobreza y hambre obliga a los venezolanos a comer de la basura
AFP | El camión de la basura frena y Rebeca corre hacia el contenedor para hurgar las bolsas. Es su carrera diaria contra el hambre, que tiene a muchos venezolanos viviendo de sobras. Antes de que los desechos sean triturados, revisa veloz y encuentra un poco de pasta. Rebeca León tiene 18 años, está terminando secundaria y vive en el barrio popular de Petare, en una casa que pese a su miseria cuenta con servicios básicos.
Un hijo de dos años desnutrido, una madre discapacitada y semanas "a punta de agua" la lanzaron hace seis meses a las calles de sectores acomodados para buscar comida en la basura. "Mi mamá no lo quería aceptar, pero qué más se hace con lo mal que está el país. Se iba a morir de hambre, se le veían los huesos. Mi hijo se me estaba desnutriendo", cuenta.
Su rutina es agobiante. Estudia en las tardes y del colegio sale a cazar carros recolectores y a escarbar desperdicios en restaurantes, de donde saca restos de pollo, pan, pescado o queso. Duerme en la calle y vuelve a casa en la mañana para limpiar lo que recogió, descansar y echar a andar de nuevo el engranaje. Esta joven morena de ojos vivaces dejó la vergüenza a un lado para sobrevivir a una angustiosa crisis donde escasean 68% de los productos básicos y la inflación crece incontrolable (según el FMI llegará a 1.660%).