Vivimos en una sociedad donde la credibilidad es una cualidad que no se le concede fácilmente a otro ser humano. Es común la frase “todos mientes”.
Diariamente debemos decidir a cuál embustero le creemos más, a medias verdades, esto no lleva a la pregunta: ¿Cómo se construye credibilidad?
Decía el revolucionario nicaragüense Augusto Sandino (1895-1934) que “el hombre que de su patria no exige un palmo de tierra para su sepultura, merece ser oído, y no sólo ser oído sino también creído”, pero esta frase se puede diluir con el tiempo.
Para mucho el ser honesto conlleva sacrificios que no están dispuestos...