Sin Ciberseguridad, la IA es una apuesta arriesgada
El debate sobre la inteligencia artificial (IA) está más vivo que nunca. Mientras los titulares anuncian sus maravillas y riesgos, la realidad es que esta tecnología no es una promesa futura, sino un presente inevitable. Desde los sistemas de salud hasta la banca, desde las universidades hasta los gobiernos, la IA se ha infiltrado silenciosamente en la estructura misma de nuestras decisiones. ¿Qué sucede cuando la inteligencia que nos asiste puede volverse contra nosotros? La ciberseguridad es la muralla invisible que protege a la IA de sus propios riesgos. Las dos formas de atacar un sistema inteligente son: el robo de datos y el sabotaje de modelos. La primera roba la esencia, los datos con los que el sistema aprende, piensa y decide. La segunda altera el pensamiento mismo, manipula los algoritmos para que vean lo falso como verdadero, o lo peligroso como inofensivo. En ambos casos, la confianza digital se desploma. Mientras la IA aprende a predecir comportamientos humanos, los ciberdelincuentes aprenden a engañar a la IA. Y lo hacen con su misma herramienta. Un modelo contaminado puede discriminar, colapsar infraestructuras. No estamos refiriéndonos a ciencia ficción, sino de una nueva forma de guerra silenciosa, liberada entre servidores, internet y algoritmos. La ciberseguridad no es un complemento técnico; es la condición de posibilidad para que la IA sea ética y confiable. Se requiere invertir en seguridad, sino en cultura digital, legislación y responsabilidad compartida. * Consultora tecnológica.