La profesión de limpiabotas en decadencia
El trabajo de limpiabotas se encuentra en extinción. Todo al entrar la era moderna en la industria del calzado con la utilización de otro material que no es cuero 100%. En las áreas urbanas de la ciudad capital, y otras como Colón, Bocas del Toro, Chiriquí y provincias centrales es difícil encontrar un lustrador de calzados. En el Parque de Santa Ana, el señor Carlos, recuerda de esos tiempos a dos famosos limpiabotas conocidos, uno con el apodo “doble feo”, otro era cara de “crimen”, legendarios en este oficio, quienes se convirtieron en iconos. Había otro que por años mantuvo su puesto en la entrada a la Cantina La Radio, en San Francisco, en la capital. Para esa época, el costo era 25 centésimos el lustrado regular, y un dólar, el especial “big shine”. A mediados del siglo XX, esta profesión tuvo su auge, en los años 60 y 70. Fue la época del ‘Top’ de los zapatos de cuero. Para el bohemio y ejecutivo de empresa era el calzado favorito. El mantener un calzado de caballero o dama bien lustrado, era un estilo de elegancia y personalidad. Santa Ana, la Plaza Catedral, el parque legislativo o el área de la Ave. Cuba, donde se ubican algunas instituciones públicas, se concentraban los limpiabotas. Algunos crearon microempresas con puestos confeccionados de madera y la comodidad de una silla. Facilitaban al cliente, un diario o revista, mientras se realizaba el proceso del limpieza. El calzado quedaba como un espejo. La actividad se inició en el siglo XIX, cuando la industria del cuero estaba en su apogeo. * Periodista.