Jeña, una panameña de 25 años, tez canela, lindo cabello, ojos chocolates, o sea, muy atractiva, emigró a la ciudad capital procedente de la región de Azuero.
Entre sus planes estaba emprender un negocio con el dinero de una herencia que le dejó su padre y estudiar Administración de Empresas.
En ese caminar conoce a Ramiro, de tez morena y con una estatura de basquetbolista, 35 años, comerciante, y dueño de una finca en Capira, del Oeste de la capital.
Se enamoran y acuerdan establecer un negocio para la venta de los productos cosechados en la finca de Ramiro. Todo iba marchando bien, con un pequeño...