Opinión

Cuando la IA deja excusas atrás

10 de diciembre de 2025

Decir “yo no uso IA” será, muy pronto, tan inexplicable como decir “yo no uso internet”. No es una frase provocadora, es la constatación de un cambio histórico. La Inteligencia Artificial dejó de ser tendencia para convertirse en infraestructura. Una capa esencial del trabajo, de la competitividad y, sobre todo, de la productividad personal. Las organizaciones que la integran en serio no solo reducen tiempos. Reescriben su manera de operar, piensan distinto, deciden distinto y compiten distinto. En mis análisis, cuando la IA se adopta con intención estratégica, brotan tres efectos inmediatos: eficiencia medible, calidad ampliada y una aceleración creativa que ningún proceso tradicional puede igualar. La discusión, por tanto, ya no es “si usarla”, sino cómo integrarla con precisión quirúrgica. La verdadera brecha del futuro será entre quienes aprendan a trabajar con IA y quienes se queden esperando el momento perfecto. Un momento que nunca llega. El mercado no concede prórrogas. Quien se forma hoy asegura relevancia mañana. Colaboradores que blindan su rol, profesionales independientes que entregan más valor en menos tiempo.