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Gabriel Medina, el "genio" del surf brasileño a la caza del oro olímpico

25 de julio de 2024

Gabriel Medina se casó con el surf a los ocho años y desde entonces no ha hecho nada distinto a domar olas, ganar títulos y sembrar popularidad dentro y fuera de Brasil, donde se codea con estrellas como Neymar y Anitta.

Tres veces campeón de la World Surf League (WSL), el surfista brasileño buscará en las olas transparentes y peligrosas de Teahupo'o, en Tahití, una de las pocas conquistas que le hacen falta: la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de París, que se inician el viernes.

Medina, de 30 años, considerado uno de los mejores surfistas de la historia, es el gran favorito en la segunda cita olímpica de esta disciplina. El estreno, en Tokio-2020, bañó de dorado a otro brasileño, Ítalo Ferreira.

La razón del favoritismo trasciende su palmarés, que incluye el título de los ISA World Surfing Games-2024: nunca ha salido del podio en Teahupo'o, sede de las justas, desde que se convirtió en el primer brasileño en ganar el título mundial de la WSL en 2014.

Desde entonces, en la que considera su "ola favorita" del circuito, registra dos triunfos (2014 y 2018), incluido uno contra el legendario Kelly Slater, cuatro segundos puestos (2015, 2017, 2019 y 2023) y dos terceros lugares (2016 y 2024).

"Ser medallista olímpico es mi objetivo y voy a hacer todo lo posible por conseguirlo", dijo al portal Olympics en marzo.

Pese al viento a favor, competidores fogueados como el estadounidense John John Florence, el australiano Jack Robinson o el también brasileño Filipe Toledo, bicampeón de la WSL en 2022 y 2023, amenazan con estropearle el sueño dorado.

- "Hace lo que nadie más hace" -

El romance de Medina y el surf comenzó temprano en su tierra natal, Maresias, un balneario en el litoral de Sao Paulo apreciado por los surfistas.

De origen humilde, empezó a practicar el deporte a los ocho años, después de que sus padres se separaron. Su madre, Simone, se casó luego con el propietario de una tienda de surf, Charles Rodrigues, conocido como Charlão.

Su padrastro le vio un don y lo entrenó desde niño hasta 2020, cuando la relación familiar se resquebrajó durante un tiempo debido a desencuentros vinculados con el mediático matrimonio de Medina y la modelo y actriz brasileña Yasmin Brunet.

Juntos conquistaron numerosos títulos locales e internacionales juveniles, además de los campeonatos de la WSL de 2014 y de 2018 y la prestigiosa Triple Corona del Surf en 2015, la primera ganada por un brasileño.

Charlão guió a su hijastro hacia su debut en el circuito, en la playa australiana de Bells Beach en 2010, cuando tenía apenas 16 años. Y también hacia su primera victoria, un año después, en Francia.

Ferviente cristiano evangélico, Medina se posicionó como la cara más destacada de la llamada "Tormenta brasileña" (Brazilian Storm), el grupo de surfistas del gigante latinoamericano que sacudió la élite a mediados de la década pasada.

Su surf se basa sobre todo en dominar los aéreos (saltar en el aire con la tabla). Esa capacidad quedó patentada cuando completó el primer 'backflip' en una competición, en Rio de Janeiro en 2016.

Asombra "con su calidad técnica, con maniobras y tubos increíbles, completando olas que parecían imposibles de ser completadas. Tiene un sitial de genio, de quien hace lo que nadie más hace", afirma Tulio Brandão, autor del libro "Gabriel Medina: la trayectoria del primer campeón mundial de surf de Brasil".

- Fama y depresión -

Su irrupción en el mundo deportivo lo tornó rápidamente en un ídolo nacional en momentos en que Brasil estaba huérfano de referentes.

Tiene más de 15 millones de seguidores en sus redes sociales y los medios del corazón se dieron un banquete con su relación con Brunet, de quien se divorció en 2022.

"Medina ayudó a allanar el camino de este deporte en Brasil y Latinoamérica, atrayendo la atención hacia el surf y hacia sí mismo. Desde entonces, el apoyo y la presencia de brasileños que buscan algún contacto con el deporte no han hecho más que aumentar", explica a la AFP Ivan Martinho, presidente de la WSL en América Latina.

Su actitud tranquila y relajada sin embargo se ha visto opacada en ocasiones por comportamientos que algunos consideran violatorios del juego limpio, como impedir que sus rivales monten una ola potencialmente puntuable.

Durante el primer semestre de 2022 hizo una pausa de las tablas para cuidarse una depresión tras el fin de su matrimonio y el revés en Tokio, donde se quedó a las puertas del podio el mismo año que obtuvo su tercer título de la WSL.

"Él era una máquina de ganar, tenía una cultura competitiva feroz (...) pero ya no está preocupado con la misión de ganar a cualquier precio", dice Brandão a la AFP. "Hoy compite para divertirse".