El dinero enviado por inmigrantes centroamericanos en Estados Unidos a sus familiares ha subido a niveles récord y representa un cuarto del PIB combinado de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.
La familia de Marta Alvarado, una salvadoreña de 54 años que trabaja como secretaria en una clínica de salud, subsiste gracias a las remesas que envían sus tres hermanos desde el norte.
“Lo que mandan mis hermanos mes a mes me sirve no solo a mí, sino también a mi madre y mi padre, que ya son ancianos. Sirve para que ellos se sostengan, compren sus alimentos, ropa y medicinas y para mejorar la casa...