Cada diciembre, cuando miles de estudiantes panameños culminan sexto año, no solo cierran un ciclo académico, sino que se enfrentan, por primera vez, al mercado laboral que tanto les prometieron como la puerta a sus sueños. Sin embargo, al tocar esa puerta, muchos descubren un sistema que les exige experiencia antes de haber tenido siquiera la oportunidad de adquirirla.
Es una problemática tan evidente como injusta, jóvenes que desean trabajar para poder costear estudios universitarios, apoyar a sus familias o simplemente iniciar su independencia económica, son descartados de inmediato porque carecen...