Una folclórica forma de hablar
Extranjeros que por alguno motivo aterrizan en Panamá – para hacer negocios, huyendo de sátrapas que gobiernan en sus respectivas países o espantados por las condiciones miserables que viven en su tierra natal -- tienen que amoldarse a nuestras costumbres e interpretar nuestra folclórica forma de hablar que es única de América Latina y el Caribe.
Vivimos embriagados de fiestas, a tal extremo que consideramos que un músico –con maracas, trompetas y tambor – puede gobernar esta nación inundada de complejidades, además somos ilusos al pensar que en esta patria con “ tantas cosas bellas”,a la primera magistratura de la nación se puede llegar por control remoto sin embarrarse de los problemas cotidianos.
Olvidemos, momentáneamente, la hambruna electoral que se ha desatado y escupamos expresiones que nos caracterizan como panameños. Leamos:
Tomar un atajo es “charcotear”.
A las mujeres les decimos “guiales” y a los hombres “manes”,
Los afeminados son “ñaños”
Los tontos “ahuevados”.
Mentalmente insanos son “gufis”.
Los pretenciosos “mierderos”.
El fanfarrón es “bulchitero.
El hostigador es “rofión”.
Romances con abrazos y besos apasionados “rochin”. El avaro “pichicuma”.
Al abogado se le dice ”tinterillo”.
Evadir es “chifear”
Y el miedo es “culillo”.
Universalmente se asegura que “perro que ladra no muerde”, pero en Panamá consideramos que “perro que ladra no muerde...mientras esté ladrando”. Y a crónicas periodísticas como ésta se consideran ¡pendejadas literarias!.
* El autor es periodista.
Emilio Sinclair
[email protected]