Opinión

Las eternas telarañas

13 de marzo de 2023

El hurto de energía eléctrica es un problema tan común que a veces parece que ya nadie hace nada por frenar esta situación. Que no solamente genera pérdidas económicas millonarias sino que atenta contra la seguridad pública.

Desde afectando la calidad de los servicios hasta poniendo en peligro la vida de las personas. Esta es una situación familiar en los barrios. Un hecho que no se atiende.

Es fácil identificar las zonas ya que se suele ver una cantidad enorme de cables colgando. Muchas veces muy cerca de las viviendas, árboles o suelo.

Las instalaciones eléctricas improvisadas pueden hasta causar la muerte. Esta es una práctica a raíz de las invasiones, en ocasiones. Otras por pura frescura y comodidad para no tener que pagar el servicio. Las empresas distribuidoras de energía y las autoridades locales deben tomar acción. En los numerales 4 y 5 del artículo 142 de la Ley 6 de 3 de febrero de 1997 se establecen sanciones por la manipulación de los sistemas de medición y la utilización en forma fraudulenta o ilegal de los servicios de electricidad. Pero esta norma parece no importar. Por ejemplo, en la provincia de Panamá Oeste las conexiones ilegales abundan.

Residentes de El Progreso, en Puerto Caimito, en La Chorrera, y otras áreas recurren en esta práctica de forma continua. En ocasiones, se realizan operativos para el retiro pero pareciera que les llaman antes a los residentes para que quiten los cables y vuelvan a ponerlos cuando el recorrido ha terminado y de este modo no perder sus cables. Y así como si nada hubiese pasado el problema persiste.

*La autora es periodista.

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