Cobertura Universal de Salud
No olvidemos que, a pesar de que muchos países, entren ellos el nuestro, destacan en sus Constituciones el derecho a la salud; el acceso universal, gratuito, continuo y permanente a servicios integrales de salud, es una deuda pendiente y nos queda mucho por hacer. No obstante, en ese ámbito del “quehacer pendiente”, hay un claro consenso mundial, el cual es evidente cuando todos los países están avanzando, de acuerdo a sus posibilidades, hacia la Cobertura Universal de Salud, CUS, y cuentan con el apoyo explícito de las principales organizaciones mundiales dedicadas a promoverla (OPS/OMS, BM, BID, entre otras).
Este consenso ha surgido como consecuencia de la abundante evidencia que muestra que la Cobertura Universal de Salud puede brindar importantes beneficios: para los individuos, en términos de acceso a los servicios de salud y protección de la ruina financiera causada por la mala salud; para los países en su conjunto, en términos de salud de la población y contribución al crecimiento económico; y para los políticos, a fin de apoyarlos en la formulación de sus planes de campaña y de gobierno.
De acuerdo con la más reciente actualización de la OMS, la cobertura sanitaria universal implica que todas las personas puedan acceder a toda la gama de servicios de salud de calidad, cuando y donde los necesiten, sin sufrir dificultades económicas. Abarca toda la gama de servicios de salud esenciales, desde la promoción de la salud hasta la prevención, el tratamiento, la rehabilitación y los cuidados paliativos a lo largo del curso de la vida. La expresión engloba dos conceptos de cobertura relacionados entre sí: Acceso a un abanico completo de servicios de salud, incluida la promoción, la prevención, el tratamiento, la rehabilitación y los cuidados paliativos. Estos servicios deberían ser de buena calidad. Y protección frente a los riesgos financieros derivados de la asistencia sanitaria. Mediante algún tipo de prepago obligatorio que posteriormente se mancomuna para distribuir los riesgos.
* El autor es médico.
** Fragmento del texto tomado en el sitio web: https://elblogdejorge prosperi.