El monstruo de Lava Jato
AFP | Ciudadanos en 26 países usan energía, agua, carreteras, aeropuertos, trenes, plásticos y hasta estadios deportivos producidos u operados por Odebrecht, el gigante brasileño convertido en símbolo de la corrupción de escala continental.
La empresa, que enfrenta una multa de $4,500 millones, acordó que 77 de sus exejecutivos confesasen sus delitos, un pacto que según quienes lo conocen contiene evidencias suficientes para cambiar el escenario político brasileño. Odebrecht es una de las principales implicadas en la Operación Lava Jato (lavadero de autos), que investiga una red de sobornos a políticos y partidos para obtener contratos en Petrobras. Pero su radio de acción fue mucho más allá de la petrolera estatal.
Deltan Dallagnol, jefe de los fiscales de la Lava Jato, afirmó que sumergirse en la sofisticada maquinaria montada por Odebrecht para canalizar los sobornos fue como "ver al monstruo a los ojos".
Su último balance, de 2015, mostró una facturación de $39,111 millones y un plantel de 128,426 empleados.
Ese año marcó un punto de inflexión: el arresto por corrupción, lavado de dinero y asociación ilícita de Marcelo Odebrecht, nieto del fundador y tercera generación de presidentes del grupo, condenado a 19 años de cárcel.
El escándalo obligó a reducir la plantilla (actualmente tiene de 75,000 a 80,000 empleados) y a redefinir su dirección. La familia fundadora deberá apartarse del mando, ahora en manos de Newton de Souza, un veterano de la firma.
Tras resistir durante casi dos años una lluvia de acusaciones, sin nuevos contratos con el Estado y con una deuda de unos $24,500, el grupo acordó revelar delitos para suavizar las condenas.
Los tejemanejes de la empresa terminarían en un escándalo internacional.
En Perú, produjo una orden de arresto contra el expresidente Alejandro Toledo. En Colombia, salpicó al mandatario Juan Manuel Santos, y en Argentina alcanzó al jefe de la Inteligencia, Gustavo Arribas, entre varios otros.
Las consecuencias de un eventual colapso de Odebrecht llevaron al propio juez Sergio Moro, responsable de enviar a prisión al exCEO del grupo, a encender las alarmas.