El Caño, la vida y muerte de los primeros pobladores de Coclé
El Parque Arqueológico El Caño, cuenta a partir de este 12 de abril, con un renovado museo, el cual brindará a los visitantes nacionales y extranjeros una mirada científica, a la vida y muerte de los primeros pobladores de Coclé, su estructura social, costumbres funerarias y cosmovisión.
Declarado en el año 2018 patrimonio de interés nacional por la Alcaldía de Natá de los Caballeros, resguarda la historia de una sociedad precolombina que hizo del rito funerario uno de sus mayores distintivos; siendo los jefes, caciques y guerreros, iconos de una necrópolis donde los registros arqueológicos dan evidencia que esta sociedad ataviaban con riquezas a sus parientes y hacían entierros múltiples, como ofrendas.
La Fundación El Caño, organización panameña que está integrada por el grupo de investigadores responsables del descubrimiento de las tumbas de élite del sitio y de las excavaciones arqueológicas que desde hace diez años, empezó a trabajar en un proyecto para su recuperación y reapertura utilizando para ello fondos provenientes del Instituto Nacional de Cultura (INAC), la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT), particulares, empresas locales y trabajo voluntario.
A través de la Dirección de Investigación y Desarrollo, en el año 2005 la SENACYT aportó fondos para la exploración de su entorno (valles de los ríos Grande y Coclé del Sur) y el levantamiento topográfico y plano del sitio arqueológico. De ese mismo programa, en el año 2009, la SENACYT dotó al proyecto de fondos para el segundo año de excavación en un sitio donde la arqueología, la conservación de la ciencia, los museos, el turismo y la comunidad trabajan mancomunadamente para hacer el único en Centroamérica.
Para la rehabilitación del edificio que alberga el museo, se realizaron mejoras como: remodelación de los baños, impermeabilización de cubierta (patrocinada por la Autoridad de Turismo de Panamá, ATP), pintura interior y exterior, instalación de aires acondicionados, reparación de la escalera frontal, restauración de barandales, puertas y ventanas, instalación de cielo raso, instalación de nueva iluminación en las salas y una nueva museografía (apoyado por la SENACYT).
El museo se divide en una antesala y una sala de exposición, donde el público podrá observar una muestra documental permanente, sistemática, contextualizada, didáctica y mixta (con artefactos originales y réplicas), provenientes de los hallazgos encontrados en las tumbas del Sitio El Caño, visualizando las sociedades precolombinas del istmo de Panamá, y de cómo estas pueden convertirse en un referente en la construcción de las teorías antropológicas sobre el desarrollo del poder político y el surgimiento de los Estados en la antigüedad.
De esta manera no solo es un centro de excelencia en la investigación, educación y difusión del conocimiento sobre las sociedades prehispánicas del istmo, sino como un motor de desarrollo turístico de la provincia.
En el lugar se han recuperado y registrado todo el contenido de una de las tumbas más grandes, en la que se encontró una cantidad importante de objetos de oro y cobre, demostrando la importancia del sitio arqueológico, en el año 2011-2012, la SENACYT invirtió en infraestructura de seguridad (cerca perimetral del parque arqueológico incluidas puertas de acceso de hierro, luminaria, techo sobre la excavación arqueológica y caja de seguridad para las piezas de oro).
La antropóloga panameña Julia Mayo explicó que cuando una persona importante fallecía, sus parientes construían para él una gran tumba en el área de la necrópolis reservada a la élite, y su cuerpo era enterrado cubierto de riquezas, rodeado de acompañantes, un número variable de personas que eran sacrificadas previamente.
"A lo largo de los años hemos estado reuniendo evidencia de una práctica del sacrifico humano en el contexto de rituales funerarios de personas de alto estatus", manifestó la directora del proyecto arqueológico El Caño y presidenta de la Fundación El Caño.
Detalló que en los conjuntos de enterramientos precolombinos que han excavado desde el 2008 al 2018, los caciques y guerreros de alto rango siempre figuraban con numerosos artículos y prendas de oro macizo, cobre y esmeraldas.
"Sabemos que la sociedad que gobernaban o vivían en el istmo eran sociedades sencillas o moderadamente jerarquizadas, y hemos puesto en evidencia que son estratificadas o de clase, fueron una sociedad más compleja de lo que se pensaba", afirmó la investigadora.
Mayo sostiene que el trabajo de los arqueólogos continúa, por lo que aprovechan la temporada seca para proseguir con el desenterramiento, pues con la lluvia todo se ralentiza y las tumbas se inundan por las crecidas del Río Grande, ubicado a escasos 400 metros.
Estimó que la necrópolis o "ciudad de los muertos" para los Coclé era un centro que se componía de dos áreas: la estructura ceremonial basáltica, algunas de ellas talladas y los montículos mortuorios, en ellas había separación de clases.
Por su parte, el Dr. Jorge A. Motta, Secretario Nacional de la SENACYT, manifestó que el proyecto tiene varios componentes importantes, entre los que podemos destacar el impacto turístico que le genera al país, ya que El Caño se ha convertido en un sitio ampliamente reconocido por los panameños gracias al esfuerzo de difusión del grupo de investigadores y colaboradores del Proyecto Arqueológico El Caño.
Gustavo Him, administrador de la Autoridad Turismo de Panamá, destacó que el Museo de El Caño, fortalece la oferta turística de la provincia de Coclé, los últimos años el Parque Arqueológico ha estado recibiendo turistas en su mayoría de Europa. En años anteriores, la ATP ha promovido este sitio a través de diferentes reportajes en revistas internacionales de turismo, y también patrocinó el documental titulado “El Dorado de Panamá, los guerreros de oro”, mostrando al mundo los descubrimientos más importantes durante las excavaciones en El Caño, con el fin de promover este lugar de gran valor para la historia y cultura del país.
Anayansi Chichaco, coordinadora nacional encargada de museos del INAC, esta reapertura da a conocer a la comunidad en general nuestro patrimonio, logrando con esto un mayor interés de personas que desean visitar el sitio por motivos de “turismo cultural”.
Sin embargo, la protección a este patrimonio de interés general declarado en 2018 no siempre estuvo protegido, y algunos ajenos al sitio realizaron exploraciones para sustraer piezas.
"En la época de 1920 los monolitos cerca de las tumbas fueron excavadas por un coleccionista norteamericano que buscaba piezas para una fundación estadounidense, y en ese entonces que no existían leyes sustrajo una serie de 30 esculturas de basalto", lamentó Mayo.
En 1973 la empresa dueña del terreno destruyó, inadvertidamente, varios montículos mientras realizaban trabajos para la plantación de caña de azúcar. El lugar fue inspeccionado por el arqueólogo Richard Cooke y el señor Pedro Quirós, de la Dirección Nacional de Patrimonio Histórico (DNPH), quienes además rescataron algunas urnas funerarias.
Ahora esa colección se encuentra desperdigada en varios museos alrededor del mundo, siendo uno de ellos el Museo del Indio Americano en Nueva York.
En el área Reinaldo Oses, guía del parque, explicó que solo se encuentra expuesta al público una sola tumba, la del montículo 3, que fue la primera en ser excavada entre los años de 1975 y 1979. Las dimensiones de la excavación son de 4 metros de profundidad, 20 metros de largo y 14 metros de ancho.
En ella reposan los restos de una persona de la clase media alta, acompañado de varios que lo seguirían en su viaje, de acuerdo con las creencias de los indígenas de esa época.
Señaló que el ritual era muy significativo para los "guerreros dorados", llamados así por la gran cantidad de oro con la que eran sepultado, además de objetos de alfarería, orfebrería y material lítico de ágata, jaspe y cuarzo.
"Para mí sería un pecado hablar de cuánto vale los objetos de los Coclé, porque los valores son más como el arqueológico, antiguo y sentimental de un pueblo, por eso el último que se tomaría en cuenta sería un valor monetario, este material no tiene precio, y quienes hicieron esto ya no están", puntualizó el guía.
La Dra. Reina Torres de Arauz, por entonces subdirectora general de INAC y directora la de la DNPH, preparó un programa para el sitio, que culminaría con la creación del Parque Arqueológico El Caño, en el año 1979, asumiendo la administración, donde también se construyó la casa que alberga el museo.
Durante este año se gestiona los primeros trabajos científicos: el levantamiento topográfico del yacimiento, la toma de una fotografía aérea con rayos infrarrojos, la colocación en su lugar original de algunas esculturas (o más bien lo que quedaba de ellas), y la excavación parcial del alineamiento principal de monolitos, de los monículos M3 y M4 y de la calzada.
La Necrópolis de El Caño representa la culminación de un largo proceso de desarrollo económico, político, social y religioso que se inicia en la región alrededor del año 500 d.C. Su construcción abarcó siglos (700 – 1000 d.C)