Sobre feminismo y pensamiento
De un tiempo a esta parte se oye mucho del feminismo, esa lucha social, especialmente promovida por mujeres, para hacer valer sus derechos en campos en las que todavía son discriminadas respecto a los hombres.
Como siempre, esto nace y nacerá siempre de la educación. Por ejemplo, aquí en nuestra Panamá, la educación respecto a la igualdad brilla muchas veces por su ausencia, ¿cómo si no se explican los pitidos y silbadas a mujeres de parte de conductores? Algunos incluso desde coches con cinta “Sólo para uso oficial”, que deberían ser adalides de la corrección política.
Nos guste más o menos este tema, es algo a lo que debemos llegar como sociedad, hombres y mujeres deben ser iguales en derechos, obviamente no lo van a ser biológicamente.
El futuro es femenino, no hay más que ver el porcentaje de personas egresadas universitariamente, mayoritariamente mujeres. Pero no hay que llegar a ello porque en el futuro vayan a mandar y se puedan vengar, ni mucho menos.
Hay que luchar por ello porque ellas son tan ciudadanas como nosotros, no merecen ser tratadas como personas de segunda categoría.
Está muy de moda últimamente el tema de los homosexuales y, como en todos los países que ya han discutido esta disyuntiva, al comienzo saltan los defensores de las más férreas tradiciones a decirnos que es antinatural y desestabilizará el Mundo, si es que no hacen que llegue el Apocalipsis antes de tiempo.
Ante esto solo se puede decir una cosa: Tonterías. Lo primero porque permitir casarse por lo civil a dos personas del mismo sexo que se quieren debería ser natural.
Y esa es la palabra de la discordia. Se acusa a esta gente de no ser natural, lo cual es cierto si asumimos que natural es lo mayoritario, pero así también tendríamos que ser blanco o negro en Panamá en antinatural, pues la mayoría muestran color mestizo en su piel; o podríamos decir que vivir en casas es antinatural, dado que son una invención humana.
Dejar casarse a dos personas, sean del mismo sexo o no, tiene que ser una realidad, siempre y cuando se quieran y respeten.
No hay mucho más que discutir en esa premisa pues, ¿quiénes somos para dictar las vidas de otros que no nos afectan?
* El autor es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales.
Ángel Real Núñez
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