Opinión

El mensajero servicial

22 de julio de 2021

Cuando una crisis produjo remezón financiero, en el periódico donde murió aquel negrito autor del Canto a la Bandera, había un mensajero muy apreciado. Jamás mostró características de informante o “sapo” como decimos en el argot popular.  

En aquel periódico para organizar el “condumio” o “chupata”, había que comprar un “murciélago”. El “murciélago” que el mensajero buscaba, era el Ron Bacardí, cuya fábrica fundó en Cuba el periodista Emilio Bacardí, pero fue nacionalizada cuando el Movimiento Revolucionario 26 de Julio liderado por Fidel Castro, ahuyentó del poder, en 1959, al general Fulgencio Batista.

El mensajero servicial buscaba ron, hielo, Coca Cola y mollejas de pollo con patacones, en bodegas y restaurantes frente al Parque Santa Ana, plaza donde pegaron gritos, que llamaban “discursos”, políticos que una vez llegaron a gobernar se defecaron en el país.  La crisis de los años ochenta fue grave y el periódico tuvo que reducir personal y entre las víctimas estaba el mensajero servicial.

Preocupado por el mensajero, el jefe de recursos humanos,  acudió al Seguro Social para tramitarle su jubilación. ¡Sorpresa! Encontró en el Seguro que el mensajero, además de cobrar en la empresa estaba, desde hace más de veinte años, en la planilla de la Guardia Nacional y al calcularle su jubilación le saldría el doble de lo que ganaba en el medio de comunicación social.

Para unos el descubrimiento fue asombroso, para otros, preocupante porque intoxicados por el “murciélago”, tenían por costumbre despotricar contra el jefe de las Fuerzas de Defensa conocido como “Cara de Piña”. ¿Cuántos empleados “serviciales” – hombre o mujer -- proliferan, oyendo y “sapeando”?.... Ojo, podría ser el que aparenta lealtad. 
* Periodista. 

 

Emilio Sinclair
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