Editorial

EDITORIAL: Una tragedia que merece castigo

16 de enero de 2020

Los supuestos hechos revelados en torno a una presunta secta religiosa en la Comarca Ngäbe Buglé, que escandalizan al país, permiten varias lecturas.

El horror de lo denunciado, que va de torturas a fosas colectivas, pasando por detenciones arbitrarias de ciudadanos panameños en dicha Comarca, habla de la violación de derechos humanos en grado aberrante.

Violación que no puede ampararse en la laicidad de nuestro Estado, ni escudarse con la denominada jurisdicción del Congreso Indígena que allí prima.

Que esto ocurra en regiones apartadas como la de los hechos, carentes de facilidades y recursos que deberían ser de carácter estatal, explica por qué son terreno fértil para que en ellas prosperen las causas mesiánicas que ofrecen soluciones terrenales o divinas del signo que sean, pero esencialmente fundamentalistas, por lo extremo de sus credos y de sus postulados sociales.

Y, lo que es más importante, en nuestras comarcas se da lo más grave y severo de la indignante brecha que nuestra sociedad deber acortar para alcanzar un desarrollo pleno, verdadero por lo justo y participativo.

Mientras tanto, cuidado con las cacerías de brujos. Y, eso sí, que se imponga el rigor de las leyes en todo lo extenso del territorio nacional.

 

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