Opinión

María Lionza, la Sacerdotisa de Caracas

28 de julio de 2022

Después que la compañía transnacional en que trabajaba, a mis 21 años, me sacó de México (mi alma máter) y me envió a Venezuela por un par de años, con mucha alegría acepté, pues no conocía ese país. 

En el centro de la Ciudad de Caracas había una escultura muy particular, de una mujer, subida en ancas de un rinoceronte; y abajo, una placa decía: María Lionza; Deidad y Amiga de Venezuela. 

Mi curiosidad acerca de esa sacerdotisa rebasó mis límites; logrando que  3 amigos, de mi edad (33 años o menos) y de la misma empresa nos organizáramos para ir de excursión a Sorte; la montaña donde se suponía, que vivía la sacerdotisa y aparecía en carne y hueso.

Cuando llegan los compañeros, noto que falta Joel y le pregunto a Alejandro ¿Viene o no?

“El motivo”, respondió, “es que ya no podemos andar con él, porque fuma marihuana y consume otras drogas, si practica esos vicios. (Pues apenas se descubrió en la empresa lo despidieron de la compañía)”.

Un poco sorprendido algunos como yo, (otros ya lo sabían), nos fuimos, Alex al volante, José y mi persona a la Sierra de Sorte, donde se sabía que habitaba María Lionza. 

Bastantes autos nos encontramos en el camino y al llegar al punto preciso, corría una quebrada, de agua cristalina. 
Un poco sorprendidos algunos como yo( otros ya lo sabían), nos bajamos del carro y escalamos a pie;  Alex, Jose y mi persona a explorar  la montaña de Sorte, donde se sabía que habitaba, y llegamos al primer nivel, donde se sabía que ella estaba. 

Al vernos entró en trance y se dirigió a Alex, con este reproche: “¿Por qué no lo dejaste venir a verme?”(Refiriéndose obviamente, al compañero que no aceptamos en el grupo por consumir drogas). Tremendo susto nos dio a los tres, que adivinara, lo había sucedido con Alejandro.  

Así que decidí bajar a la quebrada y no tener más encuentros con ella, pues su talante me asustó. Allí me quedé como 45 minutos, hasta que bajaron muy impresionados, y con prisa por regresar a carro, estacionado en la carretera e irnos de ese bosque.

Nos metimos en el carro y nos fuimos, detrás de una gran fila de autos.

Había tenido una novia en México (antes de venir a Venezuela), quien me bordó, con hilos de colores, un jaquet de tela de diablo fuerte (mezclilla dicen por allá). Una belleza, el cual me encantaba usar y dejé en el carro (para que no se mojara ) cuando subimos a pie, todos, a visitar a María Lionza  y se perdió.

Alguien lo sacó del carro, por una ventana, mal cerrada y se lo robó. No la volví a ver esa hermosa chaqueta de jeans , bordada, me consolaron diciéndome que María Lionza se queda con objetos preciados  para los visitantes,  de las personas que la visitan. Y con esa aventura, sentí que había sido aceptado por María Lionza y me tranquilicé.  Regresamos ese mismo día a Caracas, con montones de anécdotas que contar. 
* El autor es Psicólogo, Instructor y Escritor.

Alfredo A. Arango  
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