Editorial

EDITORIAL: Debate presidencial

21 de febrero de 2024

“Una candidata no fue a ningún debate y ganó”, “Panamá no tiene una tradición de debate”, estas y otras aseveraciones juegan en contra del espíritu democrático que propone el cara a cara entre los candidatos presidenciales.

La trastocada agenda del evento que convocará las propuestas de quienes pretenden convertirse en el próximo gobernante de Panamá lastró la confianza en dicha actividad.

Ciertamente, las vacilaciones en las normativas del debate motivaron los cuestionamientos de sus protagonistas, cuyos discursos contra el Tribunal Electoral, unos más incisivos que otros, apuntaron al cumplimiento de las reglas del juego.

En ello puede coincidir el elector, el principal afectado en la postergación. Lo que aquí hay que dejar claro es que sin estos espacios se invisibiliza el encuentro de ideas que permiten un mejor discernimiento de quienes acudirán a las urnas el 5 de mayo.

Contenido Patrocinado
TE PUEDE INTERESAR