Opinión

La verdad del país portátil

09 de marzo de 2022

Para ubicarnos en la realidad de las consideraciones en torno al trillado análisis y libre interpretación de los conceptos vertidos por Rubén Blades, es menester, despojarse de la condición de doctos conocedores de la teoría política y tratar de ver en la justa dimensión una alerta sobre la situación actual de nuestro país, un país portátil como lo ha planteado en un disco anterior, que lastimosamente parece ser que, el común de los panameños solo escucha la música y no entiende la letra.

El autor, músico y político, está tratando de enviar desde hace varios años un llamado de atención al rumbo que parece tomar nuestro país, el cual, no ha sido tomado en cuenta, hasta cuando a algunos, como dice Rubén, “le ha caído el zapato en la cabeza”, y les despertó su condición de politólogos.

Si ponderamos en su justa dimensión la letra del autor, nos lleva a enfrentar una cruda realidad, vivimos en un país portátil.

En un artículo de Esther Peñas en la Revista Ethic menciona a Alain Deneault, filósofo canadiense, cuando dice “no hay ámbito libre para la mediocridad: académico, político, jurídico, mediático o cultural” En este mismo artículo plantea Peñas una reflexión de Herbert Marcuse, cuando habla sobre la “perversión de un sistema en que el patrón y obrero disfrutan con los mismos contenidos. Algo falla.”

Sobre el particular, se hace necesario dejar claro que, estos conceptos, sin ser descalificantes, son ciertos, lo cual, se hace evidente en las reiteradas quejas e inquietudes de la sociedad, para con el manejo que se les dá a las situaciones que nos abruman. El sistema es un sistema fallido y sobre esa realidad es que los diversos escritos de Blades apuntan, a fin de lograr una toma de conciencia para dar el golpe de timón que nuestra sociedad requiere.

 Solo en el momento que tengamos claro que la responsabilidad es colectiva y no individual, que no es la figura mesiánica que todos quieren encontrar, si no la coincidencia de intereses colectivos lo que permitirá hacer los cambios. La salvación no la dan las figuras, si el espíritu colectivo que pueda romper con ese esquema, que bien anota Blades cuando dice: “un país portátil, con su autoestima en el suelo, con un enorme complejo que lo hace antinacional”.

Dr. Daniel Abrego Echeverría, MD; MMT
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