El fracaso de un gran pueblo
Recientemente se aprobó en el Senado de Argentina, la ley que despenaliza el aborto, crimen que los progresistas llaman “interrupción voluntaria del embarazo”.
El tiempo de vida concedido por los senadores a sus compatriotas por nacer, antes de que sean asesinados, es hasta es de catorce semanas. Una burla a la vida.
Decir “Interrupción voluntaria del embarazo”, es ocultar la verdad. Decir “crimen”, “asesinato”, “matar”, que es la verdad, son palabras que podrían perturbar las conciencias de las feministas (“Feminazis”, en el lenguaje pro-vida).
Pero, lo más engañoso que leí es de una feminazi criolla, quien afirmó que “el aborto salva vidas”. Se refería a la vida de la mujer que aborta en clínica, no en la clandestinidad.
El asesinato del niño por nacer no interesa. La vida de la abortista no está asegurada, tampoco. La vida de la mujer es más segura en un parto normal.
Además, la mujer que aborta suele sufrir del Sínfrome post-aborto. Toda persona entiende que cualquier acción interrumpida puede reanudarse. Toda acción, menos la vida humana.
Pero, esto no les importa a las feminazis ni a los senadores argentinos. Prefieren pasar por tontos, pero dar validez al crimen del aborto. Qué vergüenza. Argentina, un país que ha dado al mundo cinco Premios Nobel durante el siglo pasado, le ofrece, hoy, al mundo, el criminal respaldo a la Cultura de la Muerte.
Los Nobel argentinos son: Carlos Saavedra Lamas (Paz, 1936); Bernardo Houssay (Medicina, 1947); Luis Fernando Leloir (Química, 1970); Adolfo Pérez Esquivel (Paz, 1980); César Milstein (Medicina, 1984).
Además, en Educación se contó con el gran maestro, Domingo F. Sarmiento, para orgullo de Argentina y de América Pero, hoy día, rigen el relativismo y los antivalores, porque no se cree en la Verdad.
* El autor es periodista.
Miguel A. Espino Perigault
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