Opinión

El fracaso de un gran pueblo

21 de enero de 2021

Recientemente se aprobó  en el Senado de Argentina, la ley que despenaliza el aborto, crimen que los   progresistas  llaman “interrupción voluntaria del embarazo”.

El tiempo de vida concedido por los senadores  a sus     compatriotas por nacer, antes de que sean asesinados, es hasta es de catorce semanas. Una  burla a la vida.

Decir “Interrupción voluntaria del embarazo”, es ocultar la verdad. Decir “crimen”, “asesinato”, “matar”, que es la verdad,  son palabras que  podrían perturbar   las conciencias  de las feministas (“Feminazis”, en el lenguaje  pro-vida).

Pero,  lo más engañoso  que leí  es  de    una  feminazi criolla, quien  afirmó    que “el aborto salva vidas”. Se refería a la vida de la mujer que aborta en clínica, no en la clandestinidad.  

El asesinato del niño por nacer  no interesa. La vida de la abortista no está  asegurada, tampoco. La vida de la mujer es más segura en un parto normal.

Además, la mujer que aborta suele sufrir  del Sínfrome post-aborto. Toda persona entiende que cualquier acción interrumpida  puede reanudarse. Toda acción,  menos la vida humana.

Pero, esto no les importa a las feminazis ni a los senadores argentinos. Prefieren pasar por tontos, pero dar validez al crimen del aborto. Qué vergüenza. Argentina, un país que  ha dado al mundo  cinco  Premios Nobel durante el siglo pasado,  le ofrece, hoy,  al mundo,  el criminal respaldo   a la Cultura de la Muerte.

Los Nobel argentinos son: Carlos Saavedra Lamas  (Paz, 1936); Bernardo Houssay (Medicina, 1947); Luis  Fernando Leloir  (Química, 1970); Adolfo Pérez Esquivel (Paz, 1980); César Milstein (Medicina, 1984).  

Además, en Educación se   contó con el gran maestro, Domingo F. Sarmiento, para orgullo de Argentina y de América  Pero, hoy día, rigen el relativismo y   los antivalores, porque no se cree en la Verdad.
* El autor es periodista. 
 
Miguel A. Espino Perigault
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