Opinión

Remembranzas de la añorada Plaza Herrera en el Casco Antiguo

23 de agosto de 2020

El Barrio de San Felipe desde sus inicios ha sido una zona privilegiada, porque esta rodeado de muchos monumentos históricos  de la época colonial, con  edificios y residencias que expresan a primera vista la belleza de la arquitectura española, que sigue siendo atractiva a pesar de los años.

Cientos de turistas extranjeros y nacionales concurren a visitar el Casco Antiguo, para disfrutar de su historia y gastronomía.

En el año 1976, el  Casco Antiguo es declarado Conjunto Monumental y en el año  1997 durante la Administración del expresidente Ernesto Pérez Balladares, es declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad, mediante la Ley  9 del 27 de agosto de 1997.  Cuenta con 340 años de existencia.

Además en esta área en la cual se inicia la ciudad, se ubica el  Palacio Presidencial, que desde 1903, cuando la separación de Panamá de Colombia, fue nombrada oficialmente como la Presidencia de la República.  

De este bello barrio podemos recordar la Plaza Herrera ubicada entre  las calles 8 y 9, en honor al General Tomas Herrera, un prominente panameño  figura politica del siglo XIX, que  originalmente se le conoció como la Plaza del Triunfo, y era utilizada para corridas de toros.

La emblemática Plaza Herrera, fue el cent ro de nuestras vivencias de adolescente y gran parte de nuestra juventud.

En horas de la noche con los faroles sostenidos por los postes con un diseño que te hace trasladar a la época colonial, se respiraba un ambiente de familia, donde los niños acompañados de sus padres disfrutaban de los juegos infantiles y los paseos  caminando alrededor del parque.

El majestuoso monumento del General Herrera ubicado en el centro del parque,  servía para los juegos  como la lata,  la  escondida, uno dos tres pan con queso,  y estatua. El patinar hasta las Bóvedas, recordar el Café Herrera, La Casa Boyacá, el edificio del Conservatorio Nacional,  el edificio de la Pensión Robles, la Noria (nuestra piscina olímpica) y el edificio de la Escuela Nicolás Pacheco, formaban parte de nuestras vivencias.

La Plaza Herrera también era un sitio propicio para las parejas de enamorados que se sentaban en las bancas confeccionadas  con un material  parecido al mármol muy resistente, dónde  los jóvenes se sentaban a conversar  y  soñaban con esas ideas de  adolescentes,  al estar enamorados. Así disfrutaban de las noches bajo un ambiente romántico con una suave brisa que los acariciaba.

También  se veían pasar a los novios agarraditos de las manos hacía las Bóvedas, otro lugar muy visitado  por los enamorados. Aquellos panameños de la época de los años 60 a 70  pueden  recordar  con nostalgia estos tiempos.

Aquí también era el punto de reunión de los jóvenes que vivíamos en la calle 9, para acordar a qué lugar íbamos  a bailar, al  Club de Clases y Tropas, o al Club de  Yates y Pesca, bailes  organizados por  las Asociaciones de Estudiantes Graduandos de los colegios secundarios  para recaudar fondos.

Dichos bailes eran amenazados por las orquestas  y combos nacionales, entre los que podemos mencionar a Los Silverstone, Los Mozambique, Los Salvajes del Ritmo, La Orquesta 11 de Octubre, Los Soul Fantastic y los Beachers; eran las agrupaciones musicales del momento. La diversión era sana  y los precios de entrada podían oscilar entre los  3 a 5  dólares.

Del grupo de muchachos que nos reuníamos, para ir a esos bailes o “Nightnof Fun”, todos íbamos bien trajeados y perfumados, con las colonias más famosas de esos tiempos, Pino Silvestre, Old Spice, Agua Brava, Aramis y Brut. Todo para impresionar y conquistar a las chicas.

De aquellos jóvenes podemos mencionar, a Daniel López, (contador), Luis Lozano, (profesor en la Facultad de Medicina UP y Laboratorista Clínico), Augusto Guevara, (Arquitecto), Manuel Samaniego, (Pediatra), Darío Cabrera,(Técnico en el OJ), César Sánchez,(ingeniero), todos crecimos en el Barrio de San Felipe (La Plaza Herrera).

La casa de Doña Goya, (QEPD) mamá de Darío Cabrera, fue otro punto de reunión, recuerdo que utilizábamos su teléfono pesado color negro de marcación con disco, para acordar las citas con las chicas en especial los fines de semana. Bellos tiempos imborrables.

A pesar de los años transcurridos y que cada uno de los muchachos  del grupo que crecimos en la Plaza Herrera, tomamos caminos diferentes como profesionales, nos hemos reencontrado gracias a la tecnología digital, y algunos con la cabellera blanca que indica la experiencia, la amistad no ha sido interrumpida, que a pesar de venir del barrio, supimos tomar la brújula y marcar nuestras coordenadas, gracias a los consejos y orientación de nuestros padres.

 

Víctor de la Hoz
[email protected]
Periodista

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