Opinión

¿Se justifica la desesperanza?

11 de mayo de 2020

Debo reconocer que a estas alturas de mi vida y con poco más de medio siglo de ejercer el periodismo, existen muy pocas cosas que me puedan sorprender, pero las hay. Una de ellas, esa incapacidad de algunos en no poder ver el lado amable de la vida y pretender que el mundo debe estar diseñado a nuestro antojo.

La pandemia que nos ha tocado vivir pareciera que ni ha tocado la capacidad de discernir con mesura y que por el contrario, a muchos está sumergiendo en “el todo o nada”, en la actitud de pensar que la vida es injusta o peor aún, que nadie nos ama.

Tengo personas muy apreciadas que utilizan las redes sociales solo para dejar escapar su descontento o simplemente para transmitir todo lo negativo que hay en su ser. Y es una lástima que la gran enseñanza que estamos viviendo no les permita siquiera ver la luz al final del túnel. 

Olvidamos muchas veces que por ver el árbol nos perdemos la maravilla de admirar el bosque. El que recibe una bolsa de alimentos con una cebolla dañada y eso es suficiente para decir que lo entregado fue una porquería. El que piensa que tiene derecho a todo.

En mi caso la experiencia me ha permitido entender que hay cosas que no son realmente importantes y que hay otras que debemos apreciarlas más que nunca.

Por ejemplo, la familia, los amigos, el trabajo, la solidaridad, el disfrutar cosas invalorables que Dios nos ha permito tener, como es la “salud” física y mental.

Admito que hay errores cometidos. No uno, varios. Pero en esa balanza es de sabios tener conciencia que todos, absolutamente todos somos la suma de nuestras fortalezas y debilidades.

Si nos apartamos de esa ruta, de esa máxima existencial, estaremos predestinados al fracaso absoluto, donde la esperanza se pierde y entonces sí que estaremos perdidos irremediablemente.

 

Euclides M. Corro R.
[email protected]
* El autor es periodista. 

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