Cultura

Turistas informados ayudan a que la observación de ballenas sea más segura para las ballenas

07 de mayo de 2021

De acuerdo a la Comisión Ballenera Internacional, el turismo de observación de ballenas genera más de 2,500 millones de dólares al año. Después de la pandemia de COVID-19, se espera que esta actividad al aire libre y relativamente segura se recupere.

En dos nuevos estudios financiados por una iniciativa de colaboración entre el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) en Panamá y la Universidad Estatal de Arizona (ASU) muestran cómo la ciencia puede contribuir a las prácticas de observación de ballenas que garanticen la seguridad de ballenas y delfines.

"El papel del Smithsonian es brindar asesoramiento científico a los responsables de la formulación de políticas, ya que son pioneros en estrategias de gestión para promover la conservación de las ballenas", comentó el biólogo marino de STRI, Héctor Guzmán.

“Ahora tenemos métodos para medir cómo cambia el comportamiento de estas como resultado de las prácticas de observación de ballenas. Estos dos artículos se publicaron en un volumen especial de Frontiers in Marine Science dedicado a los estudios sobre las prácticas de observación de ballenas en todo el mundo”, agregó.

Se indicó que las regulaciones de observación de ballenas en Panamá, establecidas por primera vez con la ayuda de Guzmán en el 2005 y modificadas en el 2017 y 2020, prohíben las actividades que hacen que las ballenas cambien su comportamiento. El primer estudio tuvo como objetivo descubrir si la presencia de embarcaciones turísticas provocó que las ballenas cambiaran su comportamiento durante la época de reproducción.

Los investigadores monitorearon a las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) durante su temporada de reproducción de agosto a septiembre dentro del área protegida del Archipiélago de Las Perlas en Panamá.

Desde lo alto de un mirador en la Isla Contadora y desde barcos de avistamiento de ballenas, registraron en 47 ocasiones la cantidad de embarcaciones turísticas presentes y ballenas, además de la actividad de las ballenas, incluidos los cambios de dirección, cuando emergen, al golpear el agua, durante inmersiones y cuando espían (cuando levantan la cabeza por encima de la superficie del agua).

Descubrieron que los barcos de observación de ballenas con frecuencia ignoraban las pautas legales diseñadas para proteger a las ballenas: las perseguían deliberadamente, se acercaban demasiado a las ballenas adultas y a sus crías obligándolas a cambiar su comportamiento.

Otras observaciones notables incluyeron:

• Las embarcaciones turísticas persiguieron a grupos que incluían crías con más frecuencia que a grupos de adultos.

• Los grupos que incluían una cría cambiaban de dirección con más frecuencia que otros tipos de grupos.

• Las ballenas cambiaron de dirección con más frecuencia cuando estaban presentes más de dos o tres embarcaciones turísticas.

“Quería hacer un estudio con resultados prácticos para la conservación, no solo otro artículo que se encuentre en un estante”, comentó Katie Surrey, candidata a doctorado de la Universidad Estatal de Arizona y coautora de ambos artículos.

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