A propósito de la corrupción
Aunque siempre ha estado presente y controlada hasta cierto punto, en los dos últimos quinquenios la corrupción pasó a ser una preocupación de primer plano no solo para los panameños, sino para el planeta, si nos atenemos a las informaciones internacionales. En Panamá hay quienes sostienen que es un fenómeno generalizado donde además de las entidades públicas aparecen comprometidas entidades privadas, cívicas y hasta religiosas. Pero el tema no está solo en reconocerla o en darla por existente, aunque no haya precisiones, sino en combatirla y en las medidas que se tomen para mantenerla a raya. Una cosa es decir, por ejemplo, que la justicia panameña está penetrada por el narcotráfico, y otra hacer lo que se hizo en Colon el pasado fin de semana donde fueron detenidos cuatro funcionarios por confabularse para dejar escapar a varios narcotraficantes colombianos; una cosa es decir que en determinadas licitaciones ha habido corrupción y otra cerrarle el paso a la discrecionalidad, como se ha hecho en Contrataciones Públicas. Y una cosa es decir que no se hace nada contra la corrupción cuando en los últimos tres años las autoridades han detenido a elementos que estando en las filas de los estamentos de seguridad y de entidades públicas servían al crimen organizado. Desde que comenzó el actual gobierno, las autoridades de más alto nivel dejaron en claro que aquellos que dentro de sus filas estuvieran en acciones ilícitas se atuvieran a las consecuencias, que este gobierno no iba a respaldar ese tipo de prácticas. Hubo exfuncionarios en algunos ministerios que no creyeron en tal advertencia y ahora pagan sanciones. Una de las primeras medidas aplicadas por el gobierno del presidente Laurentino Cortizo Cohen desde julio de 2019 cuando asumió la administración del Estado fue respetar y promover las designaciones de magistrados a la Corte Suprema.
A diferencia de otros gobiernos, el de ‘Nito’ Cortizo sometió las designaciones a un escrutinio público e imparcial, con ninguno de los magistrados designados en su periodo ha habido amiguismo, ni lo hizo para salvaguardar riesgos futuros, porque quien hace bien las cosas no le teme a esas situaciones.
Ha exigido transparencia en el uso de los recursos del Estado, y cada vez que ha tenido que hacer un mensaje a la nación, ha dado en detalles el uso de esos recursos. Así que si al esfuerzo del gobierno contra la corrupción se pueden sumar otros esfuerzos, bienvenidos sean. Ahora bien, hay que distinguir entre la corrupción que se denuncia por ser un acto ilícito, flagrante contra el bienestar de los asociados y que puede y debe ser denunciada en las instancias correspondientes, de aquella que es resultado de campañas políticas donde la ética está ausente; donde el rumor es la clave de un hostigamiento permanente para destruir reputaciones o fomentar dudas. Una cosa es el denunciar el delito, otra atribuirlo sin argumentación ni evidencias. Eso es lo que se llama calumnia, y en todo caso la calumnia es una forma de corrupción, a la que tampoco se le debe dar paso.
*El autor es comunicador social.