Opinión

Un paso hacia atrás

02 de agosto de 2019

Los políticos están expuestos a críticas injustas y a elogios inmerecidos. Pero nadie se salva. Incluso cuando cumplen con su deber y sus acciones se toman en cuenta, como deben serlo, en la opinión pública.

Es el caso de la documentación que dio la saliente ministra de Desarrollo Social, Michelle Muschett, a una organización de “Padres de Familia, Familiares y Amigos por la Diversidad (¿?) de Panamá”, para servir a los homosexuales y su agenda política de la ideología de género (IDG), corruptora de valores culturales y morales y contradictoria a la verdad científica.

Cualquier persona medianamente culta sabe de las luchas ideológicas, a muerte, que se libran en las democracias de nuestra “cultura occidental” de raíces cristianas, amenazadas por la IDG.

Es la amenaza más peligrosa que enfrenta la Patria y sus valores: “la vida, la familia y la libertad”. La organización atendida por la señora ministra en sus últimos día en el cargo mereció un estudio serio que, al parecer, no se hizo.

Porque no existen niños nacidos homosexuales en las familias normales, sino familias con niños abusados y violados sexualmente (generalmente por sus propios familiares), ni existen adolescentes y mayores súbita y naturalmente transformados en homosexuales, sino jóvenes y adultos con trastornos de orden sicológico o siquiátrico, aunque el “colectivo LGTBI…”, no lo crea así. Necesitan ayuda científica, no besitos de lástima. Basta de odios y mentiras.

Miguel A Espino Perigault
[email protected]
* Periodista.

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