Opinión

Los tiempos que vivimos

02 de agosto de 2019

Algunas personas que se preocupan por los problemas sociales y demás, tienen una visión apocalíptica de los tiempos que vivimos. Y quizá no les falta razón. Aunque en la historia de nuestra civilización, de raíces cristianas, se han superado épocas terribles.


La destrucción de pueblos, civilizaciones y culturas se ha debido a catástrofes naturales y a conflictos bélicos e invasiones que borraban culturas o implantaban otras superiores, como en nuestra América.


Pero, la amenaza a nuestra cultura, esta vez, es distinta. Se trata de una invasión “cultural”, identificada como “ideología d género” y “Nueva izquierda”, vestida con trajecito de mujer y colores del arco iris, de apariencia “progresistas”; pero de barbarie interior.

Este movimiento es mundial y, recientemente, nos enviaron una lidercilla suramericana de la ONU, representante del Nuevo Orden Mundial (NOM) que remodelo de las “chicas buenas” del sistema (generalmente socialistas) que es como premian a quienes sirven a las causas del aborto y otras prácticas criminales y anticristianas.

(Cuídese de estas prendas, señor Presidente). Esta “revolución cultural” sirve al NOM por supuestas razones culturales favorables a los homosexuales (LGTB), considerados sufridas víctimas de exclusión social, desigualdad y discriminación, relacionadas con el sexo y su naturaleza. Pero, eso sí: entendido e interpretado el sexo natural, como “género”.

Algo así como una imbecilidad ontológica o, bien, al revés, ya que en el lenguaje de género, “políticamente correcto”, las palabras deben entenderse en sentido “progres”. Lo hemos visto en concursos de belleza femeninos ganados por hombres “trans” (trastornados), y medallas de oro deportivas ganadas por hombres “trans” en competencias de mujeres.


Y, finalmente, ¿Qué podemos pensar de nuestros políticos que se presentan como defensores de lo irracional, de la imbecilidad y de lo anormal, notas distintivas de la revolución cultural? Panamá es un país que no ha caído (todavía) en esa trampa. No deje que lo empujen, señor presidente. 

Miguel A Espino Perigault
[email protected]
* El autor es
periodista.

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