Se aproxima la campaña política
Asombroso que los panameños empedernidos faranduleros, mostremos interés por la galopante actividad política que se aproxima.
En el escenario tendremos demasiados aspirantes a la presidencia, a 71 butacas de la Asamblea, 701 representaciones de corregimientos, 82 alcaldías, Parlamento Centroamericano y como consecuencia de la trifulca política proliferarán traiciones, ofensas, intimidaciones, difamaciones y palabras altisonantes.
Panamá, inundado de contradicciones económicas y políticas necesitará, ante el diluvio de candidatos, un mediador que evite se distorsione la voluntad popular que exasperaría a un pueblo desalentado que podría violentarse creando condiciones para que los de Proteger y Servir incursionen como apaciguadores. Las iglesias,-- especialmente la católica, que es la que la mayoría profesa –se presentan como candil que podría encender la llama de esperanzas si el panorama se oscurece. Para apaciguar ánimos se requerirá de una personalidad confiable, que inyecte fe y esperanzas, en este pueblo que tiene años caminando descalzo por un trillo de espinas y no soporta más.
Un sacerdote que llenó estas cualidades fue monseñor Tomás Alberto Clavel Méndez (q.e.p.d.). Era carismático, afable, escuchaba a todos, negros, blancos o “trigueños”. Cuando fue consagrado sacerdote en 1948 logró durante su primera misa en Cañazas, Veraguas donde nació, la asistencia de los tres candidatos a la presidencia: Domingo Díaz Arosemena, Arnulfo Arias Madrid y Bernardino González Ruíz que en alegre campechanía armonizaron durante la fiesta después del oficio religioso. Creo que fue la única ocasión que tres aspirantes al “taburete” del Palacio de las Garzas participaron en un convivio ameno. Si no nos aconductamos para que las elecciones sean sosegadas, estaremos navegando en un mar embravecido donde, igual que los discípulos del Redentor, tendremos que gritar: “¡Sálvanos Señor que perecemos!”
Emilio Sinclair
[email protected]
* Autor es periodista.