Opinión

El colapso del Estado de Derecho

25 de julio de 2022

El precio de la gasolina fue el pretexto instrumentado inicialmente para secuestrar el Estado de Derecho. A pesar del subsidio al combustible, el bloqueo de la carretera central ha paralizado la circulación de alimentos, mercancías, el transporte de insumos médicos, la asistencia a los centros de salud públicos y privados con grave riesgo de la vida de miles de personas , que está llevando al colapso la República de Panamá.  

No se puede dialogar poniéndole una pistola a la cabeza de los negociadores, por muchas que sean las carencias no resueltas por el gobierno constitucional. Los voceros de los profesores han sido reemplazados por voceros de los trabajadores de la construcción conocidos por inclinaciones extremistas que han fracasado en las elecciones democráticas. La víbora – el veneno de la anarquía - se ha mordido la cola.

Quienes afirman que defienden los derechos de los panameños humildes se contradicen al cerrar la Transístmica, a sabiendas que impidiendo la circulación libre de mercancías y de insumos médicos a los centros de salud, vulneran los derechos de miles de hombres, mujeres, ancianos, niños, sometiéndolos premeditadamente a graves deterioros de salud.

La conformación de una mesa única de negociaciones es a la vista una maniobra típica de los conocidos dirigentes que buscan gozar de popularidad, monopolizando el discurso en representación de los que irresponsablemente levantan troneras de basura y queman llantas. Pretenden ganar al pueblo, pero no votan por ellos ni los albañiles, si consultamos las cifras de las elecciones pasadas.

La mediación de la iglesia para unir las negociaciones es aprovechada por los enemigos de la democracia representativa, partidarios acérrimos de los regímenes de Cuba, Venezuela, Nicaragua. En sus delirantes ambiciones sueñan con un Panamá similar a las satrapías de Maduro, Ortega y quiénes sean los verdaderos dirigentes cubanos, que sancionan con prisión de hasta 25 años a los que salen a protestar a las calles. 

La educación pública trastornada por las consecuencias de la pandemia durante dos años es ahora víctima del amotinamiento callejero. El ausentismo de profesores y escolares, en medio de la turbulencia demagógica, agrava mucho más, entre otras cosas, las deficiencias del sistema de la enseñanza , sobre todo, castellano y matemáticas y las carencias de la infraestructura de escuelas.

Aumentar los porcentajes del Producto Interno Bruto a la educación pública sería solamente una ventaja estadística si no la acompaña una transformación fundamental del sistema de enseñanza del que deben ser principales protagonistas los propios profesores. 

Por otro lado, las lacras de la corrupción, el clientelismo, la necesidad de una científica planificación estatal, deben ser abolidas con herramientas constitucionales con visión de estado y no bajo la presión de un caos alimentado por el extremismo para sublevar a las masas contra la democracia representativa, vendiendo los sofismas del autoritarismo impuesto en Cuba, Venezuela y Nicaragua. * Abogado. 

Mario Castro Arenas
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