Opinión

Las mentiras, repetidas mil veces, siguen siendo mentiras

24 de enero de 2022

En un mundo como el de hoy, acosado por todo tipo de turbulencias y crisis, una pandemia por demás prolongada entre otras; un mundo dominado, además, por una nueva dinámica de cambios internacionales desconocida en toda una centuria, lo que resulta en profundos reajustes y graves retos enfrentados por la gobernanza global y el orden internacional, así como en la apremiante necesidad de todos los países de mantenerse unidos, solidarios y comprometidos con la paz, el desarrollo, la apertura y la cooperación, en busca de soluciones conjuntas a los desafíos comunes; mentiras y desinformaciones son lo que menos necesita la humanidad.

Lamentablemente, aquéllas pululan, más aún cuando se trata de China, como quedó, una vez más, demostrado por el artículo, publicado en este medio el pasado 14 de enero, titulado "Apoyo europeo a Taiwán, a pesar de la presión de Pekín", una pieza repleta de distorsiones y falsas acusaciones a la política exterior china, producto de una crasa ignorancia, por decir lo menos, del autor.  

Lo que procura la política exterior china, definida invariablemente como una política de paz y de independencia, es asegurar un ambiente internacional favorable al desarrollo pacífico de la nación china y contribuir a la construcción de una comunidad de futuro compartido de la humanidad.

En practicándola, China se adhiere firmemente a los valores comunes de la humanidad, a saber, paz, desarrollo, equidad, justicia, democracia y libertad, al multilateralismo representado por el sistema de las Naciones Unidas y al derecho internacional.

La Iniciativa de la Franja y la Ruta, al igual que la Iniciativa Global de Desarrollo, propuestas por el Presidente Xi Jinping, respectivamente, en 2013 y en el presente Periodo de Sesiones de la Asamblea General de la ONU, se constituyen en bienes públicos globales que China desea ofrecer a la comunidad internacional, con miras a convocar esfuerzos mancomunados y concertados de la misma por resolver mejor y más pronto los serios e inaplazables desafíos de desarrollo global: conectividad global tanto en el plano económico-comercial-financiero como humano, cambio climático, protección del medioambiente, gobernanza digital,  saluda pública, seguridad alimentaria y erradicación de la pobreza.

Estas y otras iniciativas chinas en el escenario internacional dejan bien en claro la voluntad de China de ser, invariablemente, una constructora de la paz mundial, una contribuyente al desarrollo global y una defensora del orden internacional cimentado sobre el sistema de la ONU. 

China cree que el sistema político, forma de gobierno y camino de desarrollo de una nación no pueden ser determinados sino por sus propios nacionales, libres de injerencias externas, por cuanto nadie conoce mejor cuál es la realidad nacional de un país que su propia gente.

El camino del socialismo con características chinas, bajo la conducción del Partido Comunista de China, ha sido elegido por la historia china y por el pueblo chino y probado un éxito total, producto de las propias condiciones nacionales chinas.

Mientras nunca se propone exportar su ideología o “modelo” a nadie, ni interferir en los asuntos internos de nadie y meno cambiar el sistema de nadie, China tampoco acepta nunca coerción o chantaje de nadie con la intención de cambiar nuestro camino de desarrollo.  

Los tiempos que corren reclaman respeto, convivencia, aprendizaje mutuo y cooperación entre las diferentes naciones y civilizaciones, a pesar y por encima de las diferencias, no instigación de odios, prejuicios y calumnias, ni intervencionismos políticos bajo cualquier pretexto ignorando la soberanía y la integridad territorial de otros países.  

Por más que las repitan, quienes se dediquen a propagar mentiras en tormo al ejercicio de la democracia y de los derechos humanos en China no saldrán con la suya porque en el mundo son más quienes sí ven las cosas tales como son que los ciegos a propósito. De allí que en todas las instancias internacionales concernientes, las mentiras y acusaciones falsas relacionadas al tema de Hong Kong o de Xinjiang no pasen de ser fracasados montajes, ante las irrefutables verdades y conclusiones objetivas.

Hace poco, Nicaragua tomó la correcta decisión de re-establecer relaciones diplomáticas con China, convirtiéndose en el 181° país,de entre los 193 países miembros de la ONU, en tenerlas establecidas con China sobre la base del principio de una sola China, principio que es objeto del amplio y fuerte consenso internacional y que en consecuencia forma parte de la normativa del derecho internacional.

Cualquier conocedor de verdad del derecho internacional moderno y de la historia moderna de las relaciones internacionales debe saber que el hecho de que los dos lados del Estrecho de Taiwán se encuentren actualmente divididos de facto no implica por ningún concepto que la soberanía nacional y la integridad territorial de China esté de jure dividida ni puede estarlo.

Y la voluntad de China de oponerse a cualquier intento de separar a Taiwán de la soberanía china mediante la creación de "dos Chinas" o "una China y un Taiwán" es inquebrantable. Como ha señalado el presidente Xi Jinping, nadie debe subestimar la determinación, la voluntad y la capacidad del pueblo chino de salvaguardar su soberanía nacional e integridad territorial. Quienquiera intente usar Taiwán como herramienta de juegos geopolíticos en detrimento de los intereses de soberanía, seguridad y desarrollo nacionales de China está condenado al fracaso. 

 

Zhang Xi

Vocera de la Embajada China en Panamá 
 

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