El Espíritu de la Navidad
¡El Espíritu Navideño nos posee y hace sentir bien!, por todos lados se siente el aroma de los arbolitos, con esferas y foquitos, que iluminan las ventanas de las casas y comercios. Igualmente, en los hogares, muchos de ellos, tienen su Nacimiento, que año tras año, arreglan en las casas, con foquitos y toda clase de animalitos y pastorcitos, que le dan vida al pesebre.
Además, el colorido, de las vitrinas de los almacenes, y los nacimientos de las iglesias, son verdaderas piezas, dignas de mencionar por su belleza y multiplicidad de elementos y personajes.
Las personas, los constuyen pintan muchas veces ellos mismos, y colocan el Pesebre con hermosas figuras de porcelana de todo tamaño, incluso, ríos, cascadas, etcétera. Alguna vez, se pusieron en mi casa, semillas, de maíz u otro grano, para que retoñara y utilizarlo como parte del paisaje natural.
Había un poema desde que era niño, que rezaba : “Los tres Reyes Magos, vienen calladitos, a poner juguetes en los zapatitos, uno es alto y flaco, el otro gordiflón y el otro es un negrito de lo más picarón, vienen en camellos a pasito a paso, a traer regalos al niño Jesús. Y yo inventé lo siguiente “allá en las alturas, la Estrella Polar, pidió a los reyes de Oriente, que al niño llevaran: un Celular”.
Obviamente una broma, de estos tiempos. La Navidad es la época en que nació Jesús, el hijo de Dios, de sus padres María y José, quienes son el símbolo de la sencillez, de lo contrario a la farsantería o los lujos que algunas personas ostentan, como aspecto principal de sus vidas.
Es la historia de la modestia y la santidad verdadera, entonada en villancicos. (canciones de Navidad) El Espíritu Navideño es bello, nos recuerda la parte infantil que todos tenemos dentro, porque hemos sido niños, nos invita a regalar, a compartir nuestros dones y bondades; a ser mejores personas y sobre todo, ver en cada pequeño que le obsequiamos un juguete, el rostro del niño Jesús.
Es temporada de cantar villancicos, de compartir en familia y por supuesto, tener la gran Cena de Nochebuena, para reunirnos con las personas que amamos y la familia que veneramos; de modo que recordemos ese momento que estremeció la historia de la humanidad: El Nacimiento de Jesús, el Redentor. Que nos recordó que éramos humanidad y que por nuestra salvación murió en su edad adulta , crucificado.
Las ricas cenas familiares , los juguetes a montones, para los niños (como símbolos del niño Jesús), los regalos que nos damos unos a otros, indican, que el amor es el motor de la humanidad.
Alfredo A. Arango
Psicólogo y Escritor
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