Opinión

Ausencia de valores

12 de julio de 2021

A diario uno se encuentra en las calles y avenidas de Panamá, situaciones que llaman poderosamente la atención, porque estos hechos hace más de 15 0 20 años atrás no se observaban, porque habían valores inculcados por los padres hacía los hijos, siendo siempre el hogar la primera escuela.

Pareciera que el panameño del siglo XXI vive en una completa agitación incontrolable sobretodo en el manejo sin cortesía, con mucha agresividad, sin valorar la vida de los otros conductores, ni de los transeúntes.

Cuando usted sale de su casa persígnese, y llénese de valor para soportar tal situación que tendrá que enfrentar, y trate de mantenerse ecuánime, porque se encontrará con conductores agresivos.

Si usted conduce con precaución con un manejo preventivo y moderado lo consideran un estorbo en la calle, le recuerdan a tu progenitora, lo insultan con palabras impropias, le tiran el auto lo cual puede producir un accidente o lo invitan a pelear, si reclama. Ni hablar de los motorizados particulares, los de pedidos “Delivery”.

Es incuestionable este servicio porque ha llenado un vacío, en el cual los conductores son mayormente extranjeros, quienes de esta forma llevan el pan a sus familias honradamente.

Una gran mayoría de estos motorizados se han convertido en un peligro en las calles, por la forma desordenada en que conducen las motos, causando que los conductores tengan que sortear las motos, que de manera sorpresiva se atraviesan entre y frente a los vehículos en la vía ocasionando una colisión poniendo su vida en peligro, y teniendo que dirimir el caso con las autoridades del tránsito, pudiendo llevar la de perder.

Hay una pérdida de valores en la sociedad, los cuales son los principios que orientan el comportamiento de las personas en nuestro entorno social.

entrar a un elevador da los buenos días y nadie le responde, o si usted realiza una diligencia en una entidad privada o pública recibe en vez de una orientación un regaño y malos tratos, como le ocurrió a un amigo, que prefirió respirar profundo, y volver otro día, para que no se le subiera la presión arterial.

 

 

 Víctor De La Hoz
[email protected]
*El autor es periodista 

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