La vida de un reportero

El reportero de calle que busca las noticias en sus inicio en la profesión de periodista se convierte inmediatamente en un combatiente soldado del periodismo, y debe de atravesar un viacrucis en el cual tendrá que contar en primera instancia con una vocación, por los obstáculos y barreras que enfrentará en esta difícil carrera, con triunfos y derrotas.

Tras la llegada de la era tecnológica el reportero se ha apoyado en esta herramienta para priorizar y agilizar su trabajo, pero sigue el sacrificio de esperar largas horas para obtener una información, sobre cualquier sea el clima lluvia o sol, y comer a deshoras, pasando en algunos casos por un riesgo al cubrir una noticia, para luego llevársela a sus lectores, oyentes o televidentes.

Otras de las situaciones que enfrenta el reportero la incomprensión de su trabajo, porque hay preguntan que incomodan e inquietan a una fuente que en vez de dar una sensata aclaración o explicación arremeten contra el reportero, que únicamente es el transmisor de las inquietudes de la opinión pública o sea se mata al mensajero.

Las distintas facultades de las universidades privadas y de la Universidad de Panamá, vienen formando nuevos talentos en el periodismo nacional lo cual aplaudimos, pero esto es una carrera de un alto kilometraje, y el auto que vayan a conducir estos nuevos pinos debe de contar con mucha gasolina, porque de lo contrario se quedara a mitad de carretera sin combustible.

El desaparecido maestro de periodistas profesor Luis Gonzáles, nos dijo en la escuela de periodismo de la UP el primer día de clases, “aquel que piensa que tendrá un salarío de ejecutivo, se equivoca, esto es de vocación de lo contrario mejor se retire de esta carrera”.

No es una vida fácil la del reportero de calle, más ahora en pandemia del Covid-19 en que los medios golpeados por esta crisis, han tenido que reducir sus costos presupuestarios, pero sin dejar de informar a la población, sin embargo el reportero sigue gastando la suela de los zapatos buscando las noticias, y seguirlas.

 Víctor De La Hoz
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