Un problema de actitud

La historia del mundo está saturada de ejemplos de comunidades que se empeñan en destruir su imagen, sin importar los esfuerzos que hagan sus gobiernos por mejorar y crear una nueva actitud que los enaltezca.

No importa lo que quieran otros, sino lo que algunos de sus grupos disociadores pretenden para el beneficio egoísta propio, olvidando que en toda sociedad normal debe prevaler el interés de la mayoría. 

Hoy quiero referirme a la provincia de Colón que cuenta con gente buena, de hombres y mujeres que a lo largo de su historia nos han llenado de orgullo con su famoso “C-3”.  Pero los hay igual aquellos que son contaminantes, cuyo único afán es caminar al margen de la ley, creando el caos, el crimen, el desasosiego y cuanta actividad ilícita exista, y lo más grave, amparados en la impunidad. Es entonces cuando lastimosamente, los pocos se imponen a los muchos. 

Después de la invasión militar norteamericana en 1989, siendo reportero de La Estrella de Panamá, me tocaba casi a diario ir a la Costa Atlántica para darle cobertura a las protestas de los colonenses.  

Le he dado seguimiento a todos los gobiernos desde entonces y me atrevería apostar que ninguna otra comunidad del país, salvo la ciudad de Panamá por razones obvias, ha recibido tanto respaldo como la de Colón. 

Y ninguna otra se ha quejado y reclamado tanto, que es su derecho igual, para enfrentar las necesidades de su gente.

 La pandemia nos afecta a todos por igual. ¿Pero qué sucede con una comunidad que desde la Segunda guerra mundial estaba predestina a ser uno de los polos de mayor desarrollo económico?  Me duele decirlo. El crimen, el asalto, darle la espalda al trabajo honesto, a la lucha constante, etc., no parecieran ser el norte de los que “atornillan al revés”.

El asesinato el pasado fin de semana de siete adolescentes, es inaceptable. Es hora de reflexionar y ponerle un alto a situaciones como esta que nos mancillan como sociedad.

Euclides Corro
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* El autor es periodista.