Opinión

Bermúdez Valdés: China vs. los Estados Unidos

03 de mayo de 2020

Las relaciones chino-norteamericanas parecen andar en el filo de la navaja. El intercambio verbal poco diplomático de los últimos días da cuenta de una escalada que comienza con el agrietamiento de las relaciones comerciales entre ambos países, durante 2018-2019, y que en 2020 con el COVID 19, parecen llegar a su punto más bajo.

Llama la atención el escenario por los peligros que entraña para la humanidad. No se puede hablar alegremente de las posiciones de los bandos sin entrar a considerar las consecuencias de un choque entre dos potencias con poderes globales, que arrastrarían a una guerra fratricida a la mayoría de las naciones.

En 2019, el mundo fue testigo del escabroso camino que transitaron las negociaciones comerciales entre ambos países, los enfriamientos, las dificultades en ponerse de acuerdo, porque al parecer, en esas conversaciones no solo se definían cuotas sino áreas de influencias. Para nadie es un secreto el poder que entraña las relaciones comerciales.

Tanto que mientras que los representantes chino-norteamericanos se enrolaban en encuentros delicados, un entorno de presiones y advertencias rodeaba a regiones y países.

Habría que recodar las agrias disputas en torno al g5 de la tecnología para celulares de la empresa china Huawei, llevada a más en Canadá con la detención de una alta ejecutiva de esa empresa; luego las advertencias   de Washington a Europa sobre sus relaciones con China, y por qué no, a América Latina, entre ellos el viaje relámpago de casi 18 horas que realizó el secretario de Estado Mike Pompeo desde Arabia Saudita hasta Panamá para expresarle al gobierno del entonces presidente Juan Carlos Varela las preocupaciones de su país sobre la apertura de relaciones con Beijing.

Aquí causó revuelo no solo la apertura de relaciones. Hizo crisis la posible sede de la embajada de la potencia asiática en el istmo, luego que la administración Varela le ofreciera un terreno en el área de Amador.

Las mismas preocupaciones las fue expresando EEUU respecto a América Latina, luego de constatar que, en un periodo relativamente corto, China pasó de coloso distante a segundo socio comercial de la región, en un hecho que para las peculiares relaciones de Washington con esta parte del mundo resultaban inadmisibles.

América Latina es para EEUU su zona de influencia, exclusiva, y atentar contra ese estatus resultaba una osadía intolerable. Durante los dos últimos años, China y EEUU han constituido un eje de confrontaciones que el mundo no deja de mirar con atención particular, y que en el primer cuatrimestre de 2020 ha cobrado una connotación especial.

Apoyado en lo que deja ahora la pandemia del COVID19, el presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, ha hablado de hacerle pagar a China, las consecuencias, a partir de un supuesto manejo secreto de informaciones relativas al origen y efectos del virus.

China entregó a la Organización Mundial de la Salud las primeras informaciones sobre COVID-19 el 27 de diciembre de 2019, cuando aun no era declarada pandemia. Pero a partir de esa fecha, Beijing fue advirtiendo sobre los peligros del virus, tal cual consta en una copiosa cantidad de informaciones diarias.

Al nivel que países como Panamá, fueron advirtiendo sobre la llegada inminente de COVID-19 y un  mes exacto después comenzó a tomar medidas de retención para encarar lo que ya a esas alturas era tragedia en Italia y España.

¿Manejó o no abiertamente China la información sobre COVID 19? ¿Influyó eso para que Washington no tomara las previsiones del caso, so pretexto de que se trataba de un problema pequeño? Las preguntas deben ser esclarecidas, sobre todo ahora que naciones como Inglaterra, Alemania y Francia se suman a la voz del presidente Trump, y esclarecidas en detalle, con responsabilidad, porque pareciera que al esclarecimiento lo antecede una feroz campaña publicitaria que dirige su dedo acusador en una dirección predeterminada.

Pareciera que se quiere condenar al reo sin un juicio previo, y no creo que ese lujo se lo pueda dar la humanidad, sobre todo porque la contraparte también parece contar con argumentos de fondo.

No se puede ir a la guerra por el odio incubado en las páginas de los diarios o en las líneas de internet. La humanidad merece un informe detallado.
 

 

Julio Bermúdez Valdés
[email protected]
 

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