Opinión

Bermúdez Valdés: De que podemos, podemos

23 de abril de 2020

La devastadora acción de COVID-19 en otras latitudes, cierta tradición local de indisciplina y el oportunismo político que cita por delante las perspectivas de unos sobre el poder instalado, hizo temer desde los días de la contención, en febrero pasado, que COVID-19 sería un enemigo invencible en nuestro medio.  

Sin faltarle el respeto ni descuidar los flancos, un mes y días después de iniciada la cuarentena, con 144 hermanos que han partido víctimas de sus ataques y 4.992 contagiados, demostramos que podemos encarar con éxito al pequeño criminal.

Las 22.700 pruebas realizadas, que nos dejan 5.360 pruebas positivas y 17,342 negativas, sumadas a las tareas realizadas en enero y una cuarentena que iniciamos como quien se tira al mar sin saber si hallará tierra, hacen pensar en una tradición que se remonta al siglo XIX, y que se caracteriza por salir a buscar al enemigo en lugar de esconderse de él.

En el libro “Caballo de Oro”, Juan David Morgan da cuenta de la enorme batalla que encabezaron los científicos norteamericanos que, a mediados del siglo XIX, previo y durante los trabajos de construcción del ferrocarril, encontraron en las llamadas “enfermedades tropicales” un enemigo feroz.

Morgan recuerda los enormes tanques de formalina donde se metían los cadáveres de quienes morían víctimas del flagelo, para enviarlos a los departamentos científicos de las universidades estadounidenses para estudiarlos y encontrar antídotos contra la epidemia.

A buscar al enemigo, antes y durante la construcción del primer ferrocarril interoceánico, antes y durante la construcción del Canal de Panamá hacen pensar que esas obras, antes que trofeos de la ingeniería “han sido un triunfo de la biología”, tal cual lo sostiene el blog “Biomuseo” en referencia a las enfermedades tropicales.

Toda una tradición que tiene entre sus íconos al gran William Gorgas que a principios del siglo XX encabezó un equipo de hombres ligados íntimamente a la construcción del Canal y cuyo legado se resume hoy en las investigaciones y prácticas científicas del Smithsonian y el Instituto Conmemorativo Gorgas. Se diría que, a través de estas instituciones, Gorgas y sus unidades siguen dando aportes.

“Ya quedaron atrás esos magníficos esfuerzos de investigadores como Findlay, Gorgas y Zetek. Hoy los retos de salud pública en los trópicos se renuevan y los científicos van comprendiendo más y mejor su realidad, en el contexto del cambiante mundo moderno”, indica el citado portal. 

Es esa tradición la que ha estado detrás de las acciones del ultimo mes, y que por años ha colocado a Panamá con cierta ventaja sobre países vecinos, por el alto nivel a que fue llevada la sanidad en nuestro país, aunque en los últimos años sufrió los efectos de ciertas prácticas oficiales irresponsables.

¿Cómo nos hemos organizado? Desde el día uno, las autoridades nacionales pusieron sus decisiones en las manos científicas que reunió el ministerio de Salud y este a su vez acudió a la referencia inevitable del Instituto Conmemorativo Gorgas.

A partir de allí y con la decisión de encontrar al enemigo, y junto a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud, la batalla ha sido intensa, constante, tenaz, a riesgo de la vida de ese equipo, de los médicos, las enfermeras, auxiliares, aseadores, policías…cada uno un pequeño Gorgas… cada uno entomólogos experimentales…

Así que cuando se ha dicho que logramos bajar el ritmo reproductivo del virus a 0,95%, hay que mirar con satisfacción el resultado, como un logro, tanto de quienes formularon la estrategia, como de aquellos que la cumplimos. ¡Pudimos! Pudimos hacerlo y solo queda fortalecer los esfuerzos en ese camino, sin bajar la guardia, porque un nuevo brote sería fatal. 

Pese a lo tedioso que pueda resultar para unos, cuando hagamos el balance podremos constatar que estas “vacaciones en casa” dejan uno de los mejores saldos de los últimos años, porque además de arrinconar al enemigo, retornamos a una convivencia trastocada por las tentaciones del mercado, la intensidad de los empleos o el empeño en una que otra tarea que siempre nos sirvió d excusa para estar pocos minutos con quienes ahora hemos pasado la mayor parte del tiempo.

Pudimos y tenemos que seguir pudiendo, aunque la dieta haya quedado atrás o el anhelo de los abrazos y los besos hayan colmado nuestro ánimo. Pudimos, hemos sido capaces y podemos lograr una de las mejores victorias de nuestra vida. ¡Felicidades a todos!, cuanto orgullo produce hacerlo a la panameña.  

 

Julio Bermúdez Valdés
[email protected]


 
 

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