Opinión

Tampoco es así la cosa

24 de octubre de 2019

Tampoco la cosa   es, ahora, acabar con la discusión de las reformas constitucionales propuestas. No debemos temer  la discusión. Ni los gritos de protesta.  Felicitemos  a las autoridades, estudiantes y empleados de las universidades estatales por la oportuna e inteligente (no podía ser de otra forma) intervención en defensa de la educación superior, al exigir la derogación de las propuestas reformas que debilitarían al sistema universitario en lo económico y en lo  administrativo, por ayudar económicamente a universidades privadas.

Esta ayuda sería justa si no perjudicara fuertemente a las  universidades estatales, que, en su desarrollo bien entendido y  atendido, benefician al país. Las universidades privadas son un legítimo campo para la inversión privada y enriquecen la cultura, dando prestigio al país tras el reconocimiento que pueden recibir por sus labores académicas y de investigación. Pero, hay que saberse manejar con ellas, en beneficio del país.

Los diputados que propusieron las reformas que causaron la alarma demostraron mala fe o mucha ignorancia. Ninguna de las dos situaciones deben  ser aceptadas. La discusión  de las reformas constitucionales debe llevarnos a reflexionar como sociedad  más madura, aprendiendo de los errores. En estas reformas, como ha sido planteado el problema, debe aprovecharse para hablarse claro y sin miedo.

Ya conocemos de sobra a algunos diputados, que han demostrado sus habilidades y, otros, lo duro que tienen la mollera. Pero, esta realidad, propia de nuestros pueblos debe empezar a cambiarse. La acción de los universitarios tuvo malos momentos de violencia, que no fueron necesarios.  Aunque hay políticos que no entienden otro lenguaje. Y, señor Presidente. Creo que ha recibido señales de que se le tiene confianza. Use el poder que le da la Constitución. La finalidad del poder es el bien.
 

Miguel A Espino Perigault
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