Del diario de una Loba
Por: Alba de Obaldía
Le comenté que la perra nunca se había portado tan mal como aquel fin de semana. Que a pesar de dormir juntas cada noche, desde hacía casi un mes estaba molesta conmigo y por eso había decidido llevármela al mar, conociendo sus raíces de canina acuática, en un intento de hacer las pases."Y fue de solo llegar cuando agarró a caminar en la dirección opuesta a donde me estaba quedando, prefiriendo echarse a los pies de extraños en otras cabañas que acompañarme en la faena de bajar el montón de tilinches que me es inevitable cargar encima si voy al mar".Las veces que la fui a buscar, las veces que la perra se resistía a estar conmigo y se devolvía a escuchar otras voces y buscar nuevas compañías. Pensé que quizás estaba celosa del otro perro, o quizás del seudo novio de los fines de semana y por eso solo fuimos ella y yo.Pero lo que había sido concebido como una oportunidad para estrechar lazos entre la hembra canina y la hembra humana, se convirtió en un oceáno de lágrimas de mi parte. Me partía el corazón que me anulara de aquella forma.Cuando todo estuvo listo y acomodado en mi nueva cabaña, aún con los mocos aguaditos y la nariz hinchada de chillar, puse por último la hamaca y me eché a leer."Y no habían pasado unos minutos cuando la sentí llegar, calladita y echarse a mi lado. Sin decirnos nada el día transcurrió tranquilo y hasta que el sol se ahogó en el inmenso Pacífico chiricano indicando la hora de comer que mi compañera canina no se movió de mi lado.Comimos juntas, despacito, disfrutando el canto de los grillos y la noche estrellada sobre nuestras cabezas. Salió la luna y ambas quedamos en contemplación de aquella dama plateada en su baile cósmico, tan ensimismadas que por un momento juré que nos pondríamos juntas a aullarle.Al día siguiente la perra no estaba. De nuevo se había ido. Me hizo la misma vaina que el día anterior sólo que ya no me importaba, al fin y al cabo estaba segura de que la negra regresaría a las horas con un palo en el hocico invitándome a jugar.Y fue así. Creo que lo que ella necesitaba era estar sola un momento y tal vez sentir que otra mano extraña la acariciara para apreciar lo que tenemos… ¿es muy loco pensarlo?"Un rayo de sol inundó sus negros ojos abisales, por un momento creí verle el alma brillando adentro cuando con timidez me dijo "Es que esa perra es así, muy de hacer lo que le da la gana, de escoger ella cuando y cómo quiere las cosas. Tu sabes, muy ella... muy tú"