Cultura

Los finlandeses vuelven al campo para salvar cosecha de fresas

07 de julio de 2020

Por primera vez en 22 años, Vesa Koivistoinen, propietaria de la granja de fresas más grande de Finlandia, emplea a compatriotas para la cosecha debido a la escasez de mano de obra extranjera debido al nuevo coronavirus.

"Esta es una situación muy inusual", admite este fornido granjero con gafas oscuras instalado en Hollola, en el sur del país, que tuvo que organizarse para no perder sus cosechas de verano.

Este año apenas un tercio de los 16.000 trabajadores temporarios regulares llegaron del extranjero, y todos ellos desde Ucrania, explica a AFP Kati Kuula, jefe de un proyecto de reclutamiento dentro de la principal Unión agrícola finlandesa MTK.

En Hollola, en esta soleada mañana de julio, cientos de manos de todas las edades están ocupadas en el suelo en una de las parcelas de la granja. De los 350 finlandeses que Koivistoinen emplea excepcionalmente este año, la mayoría son estudiantes de entre 15 y 20 años.

Otros se han visto enfrentados al desempleo debido a la epidemia.

Es el caso de Sari, una masajista de 53 años, quien respondió a una oferta de trabajo cuando su negocio se hundió gradualmente en la primavera, debido a la falta de clientes.

"Soy hija de un granjero y trabajaba en las plantaciones de fresas cuando era joven, así que sabía a qué atenerme", dice.

Para algunos, como Janne Erola, de 29 años, llenar una caja de siete kilos lleva "poco más de una hora" y le permite ganar poco menos de 10 dólares.

Vesa Koivistoinen explica que ha otorgado una prima salarial del 10% a sus trabajadores finlandeses, aunque son menos menos rápidos que la experimentada mano de obra ucraniana.

Este incremento de los salarios aumentó los costos, pero Koivistoinen evalúa contratar a trabajadores locales en el futuro.

"Queríamos tener la posibilidad de emplear finlandeses porque muchas otras compañías no pueden ofrecer trabajos de temporada este año", dice.

Sin embargo, el trabajo físico exigente, combinado con el clima a menudo caprichoso, no agrada a todos.

"Es exigente físicamente y está bastante lejos de casa", dice Laura, de 17 años, empleada junto con dos de sus compañeros de clase, Senni y Mohammed.

Durante un descanso, con los dedos enrojecidos por la fruta, Mohammed dice que había tenido otra oferta de trabajo al comienzo del verano. "Pero finalmente dijeron que no podían llevarme por el coronavirus", lamentó.

Cuando las restricciones de viaje asociadas a la covid-19 se implementaron en la primavera, las organizaciones agrícolas y el gobierno temieron rápidamente la escasez de trabajadores, lanzando varias campañas de reclutamiento.

Una de esas campañas en las redes sociales y apoyado por el gobierno, muestra a una pareja rubia y bronceada en un campo de trigo que pide "todos los pares de manos disponibles" para "garantizar la presencia de alimentos nacionales en las mesas finlandesas".

Si la fuerza laboral local ha venido al rescate de la fresa, el destino de los arándanos, una piedra angular de la agricultura finlandesa, parece más preocupante.

A cada año las industrias finlandesas, desde alimentos hasta cosméticos, necesitan 20.000 toneladas de una variedad europea de arándanos que no se cultiva en los campos pero crece abundantemente en los bosques.

La mayoría de estos arándanos generalmente son recogidas por trabajadores tailandeses en el país nórdico durante solo unos meses, hasta el final del verano. Como están vigentes restricciones de viaje, ninguno de ellos llegó este año.

Para llenar este vacío, las redes sociales invitan a "todos los finlandeses en edad de trabajar a recoger un balde de arándanos" para evitar perder una temporada completa.

Sin embargo, las empresas no parecen tranquilizadas y han declarado que importarán sus arándanos desde Polonia o Rusia este año, paso que podría contribuir a un aumento de los precios en las tiendas.

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