Cultura

Zimbabue hace una audaz apuesta con sus cigarros

05 de julio de 2020

"Mosi oa Tunya", "el humo que retumba". En dialecto local, la expresión designa las cataratas Victoria, en Zimbabue, aunque más recientemente también es la marca del primer fabricante de cigarros del país, que sueña con hacerlos tan famosos como las famosas cascadas.

Zimbabwe, el sexto mayor productor de tabaco del mundo con 252 millones de kilos en 2019, produce una pequeña cantidad de cigarrillos para su mercado local cada año.

La idea de disputar terreno con los famosos habanos o cigarros de República Dominicana germinó en la cabeza de un expatriado zimbabuense, recién retirado de una compañía aérea estadounidense.

"Siempre tuve la idea de regresar al país para jubilarme y hacer algo útil para mí y Zimbabwe", dijo Shep Mafundikwa, de 54 años.

"Aunque yo tampoco soy fumador, noté la existencia de todos estos salones reservados para los fumadores de cigarros en todo Estados Unidos", dijo, de forma que "decidí probar suerte en este terreno" usando tabaco de Zimbabwe.

Convencido de la relevancia económica de su proyecto, el ex gerente no rehuyó la magnitud de la tarea y reunió pacientemente las piezas del rompecabezas necesarias para lanzar su negocio.

"Fue un poco como construir un edificio de la nada", dice.

Parte de la materia prima, la infraestructura y los conocimientos técnicos fueron importados.

Algo de tabaco proviene de Malawi e Indonesia -la variedad local Burley es demasiado frágil para envolver cigarros-, y también son importadas algunas máquinas y un especialista en el arte de hacer puros a mano.

Para reclutar a los mejores del mundo, Mafundikwa viajó a Cuba y República Dominicana, donde contrató a Elias López, un orfebre responsable de enseñar a enrollar los cigarros.

Pero los inicios de la compañía fueron frustrados por la pandemia de coronavirus.

"Recién habíamos comenzado cuando apareció la covid-19. El confinamiento ordenado por el gobierno nos obligó a detenernos", dijo. Así, la producción no se lanzó realmente hasta mayo.

López aprovechó este descanso forzado para perfeccionar la técnica de sus siete alumnas.

"Lo están haciendo bien", señala con orgullo el "maestro" dominicano, "ya logran enrollar la mitad de los más de 200 cigarros que cada una debería poder producir todos los días una vez formadas".

Entre ellas se encuentra Gamuchirai Chibaya, encantada de haber podido conseguir un trabajo en un país atrapado durante veinte años en una crisis económica interminable.

"Ahora puedo alimentar a mi familia", dice, "tenemos un futuro y estamos muy alentados por los buenos comentarios que tenemos de nuestros productos". 

La gama "Mosi oa Tunya" estará disponible a precios modestos, afirma el propietario y creador de la compañía. La oferta incluirá varios tamaños y en aromas de cereza y vainilla, que ya perfuman los pasillos de la fábrica.

"Hay una comunidad muy pequeña de fumadores de cigarros en Zimbabwe, y aquellos que han probado nuestros productos están gratamente sorprendidos por su calidad", dijo Mafundikwa.

"Es excelente", confirma el restaurador Peter Mubi, en medio de una bocanada de humo de su cigarro local.

"El sabor y el aroma son refinados, sin ser demasiado pronunciados".

"Lo he fumado de todo tipo y se puede comparar con un cigarro cubano", agrega Preemesh Mohan Doolabh, un armero de la segunda ciudad del país, Bulawayo (suroeste).

"Si me vendaran los ojos y me fumo éstos y un cigarro cubano, no podría notar la diferencia", afirma.

Animado por estas primeras críticas muy favorables, el jefe de "Mosi oa Tunya" dijo que estaba listo para visitar a los maestros cubanos y dominicanos con sus productos.

En el mercado africano, se enfrentará a productos de sus dos únicos competidores continentales, productores de Mozambique y especialmente de Marruecos.

"Estamos listos", sostiene Mafundikwa. "Sería fantástico si Zimbabwe pudiera comenzar a obtener divisas con su tabaco Burley".

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