Cultura

Gracias a la paz, artistas eritreos despegan en Etiopía

10 de diciembre de 2019

Cuando el pintor eritreo Noah Mulubrhan viajó a Etiopía el año pasado, no tenía la intención de instalarse y nunca habría imaginado que su carrera pudiera despegar ahí.

En 2018, Noah, de 35 años, aprovechó el acercamiento repentino de ambos países para visitar la tumba de su padre en Adis Abeba, un viaje anteriormente impensable e imposible desde el sangriento conflicto que enfrentó a ambos países entre 1998 y 2000.

Un año después de su llegada, el pintor se impuso como una de las figuras crecientes de una escena artística palpitante en la capital etíope, un ascenso que fue consagrado recientemente con una muestra de 35 de sus pinturas acrílicas que representan escenas de calle y meditaciones abstractas sobre conceptos como la esperanza.

Más de una decena de artistas y músicos eritreos se instalaron en Adís Abeba desde que su presidente, Issaias Afeworki, y el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, anunciaron en julio de 2018 el fin de "el estado de guerra" entre ambos países.

Al exponer sus obras en Adís Abeba y al colaborar con sus colegas etíopes, estos artistas ofrecen un contrapunto impactante al discurso predominante, según el cual la paz alcanzada el año pasado tuvo pocas consecuencias para el ciudadano corriente.

El arte puede ser un medio para que eritreos y etíopes celebren lo que tienen en común, de la lengua a la religión, pasando por la cultura, consideró Noah en una entrevista con la AFP.

"Uno vive compartiendo ideas. Vive predicando por la paz. Vive predicando el amor. Así que uno puede recurrir al arte para reunir a todo el mundo", afirmó. 

 

- Mostrar sus obras - 

 

El primer ministro etíope recibirá el martes el premio Nobel de la Paz, que le fue concedido en octubre en gran parte por haber iniciado el sorprendente acercamiento con Eritrea en 2018.

Los frutos de la paz se hicieron patentes desde el principio, con la apertura de sus embajadas, el restablecimiento de las conexiones aéreas entre Asmara y Adís Abeba y la proclamación de la reconciliación, por parte de ambos dirigentes, en diferentes viajes por la región. 

Pero, poco a poco, el optimismo se fue apagando. El régimen de Issaias Afeworki, considerado como uno de los más firmes y represivos del mundo, no mostraba apenas señales de aperturismo. Por ejemplo, el servicio nacional obligatorio, de duración indeterminada, sigue estando en vigor.

La demarcación de la frontera común (uno de los puntos de discordia que dieron lugar a la guerra de 1998-2000) tampoco registró ningún avance tangible.

Y, varios meses después de la reapertura de los puestos fronterizos, incluyendo el que utilizó Noah para reunirse con su difunto padre, se cerraron algunos de ellos, sin que las autoridades explicaran por qué. 

Pero, para Nebay Abraha, artista eritreo de 23 años, la paz sigue siendo una bendición. Tras haber entrado en Etiopía por la ciudad fronteriza de Zalambessa hace más de un año, llegó a Adís Abeba, donde se puso en contacto con pintores etíopes con quien había hablado por las redes sociales. 

Estos últimos lo ayudaron a exponer sus collages y retratos en dos exhibiciones colectivas, lo que dio a su trabajo una visibilidad y un valor comercial impensables de haberse quedado en Asmara. 

"Sin la paz, no habría tenido esta oportunidad. Me habría visto obligado a quedarme" en el país, explica. 

 

- Regresar a Asmara -

 

Con todo, el día a día de los artistas eritreos instalados en Adís Abeba no es un camino de rosas. 

En Asmara, Nebay vivía en un apartamento y pintaba en un taller aledaño. Ahora, ocupa un minúsculo estudio en un suburbio de Adís Abeba. Su caballete está colocado justo al lado de su colchón y de un cesto en el que cohabitan sus colores y sus parcas provisiones. 

Según cuenta, la vida es todavía más difícil para los artistas de más edad que dejaron a sus familias en Asmara. Pero las oportunidades que ofrece Adís Abeba bien valen estas penurias, señala.

"No me arrepiento de nada pues aquí pude enseñar mi trabajo", recalca.

Como la mayor parte de los artistas eritreos residentes en Adís Abeba, Noah y Nebay producen obras apolíticas y se muestran reacios a comentar la situación política en Eritrea, donde ambos esperan poder volver a vivir un día. 

Eso sí, esperan que su trabajo contribuya al éxito de la paz entre los dos vecinos. 

Noah está buscando financiación para una exposición que reuniría a artistas de ambos países. 

"Me gustaría compartir mi experiencia aquí. Querría compartirla con mis amigos de Asmara", comenta. 

En cuanto al premio Nobel con el que será galardonado Abiy Ahmed, Noah quiere creer que la paz entre ambos países se acabará concretizando a todos los niveles. 

"No todo está hecho. Esperamos. Sé que es un proceso", sostiene. Pero, quiere creer, "todo termina por llegar".

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