No cuesta nada soñar
27 de febrero de 2020
Yo quisiera vivir en un país que pondere el esfuerzo que hace un atleta. Panamá parece ser un lugar donde es doblemente difícil intentar ser un deportista, y más duro ser uno de élite.
Las opciones son limitadas y las exigencias crecen cada día. El gobierno de turno es la esponja que absorbe todo este descontento. Es el papá que debe resolver todo.
Desde infraestructura como preparación de atletas. Si, el Estado debe apoyar, pero las grandes ligas deportivas del planeta son autosuficientes. Claro, reguladas estrictamente, pero con su dinero.